Taylor llegó a casa muy rápido. Eran ya casi las diez de la noche, así que Tay tenía pensado coger algún refresco, subir a su habitación, poner música, coger su ordenador y relajarse. Pero no contó que en aquel momento sus padres ya habían llegado a casa y ambos estaban en la cocina.
-Hola, Tay -dijo su padre-. ¿Sabes? Me he encontrado con Mary Turner.
-Yo me he encontrado con su hijo, el del medio, que ahora no me acuerdo de cómo se llama. Pero, vamos al grano, está muy desmejorada y su hijo está muy guapo. ¿Cuántos años tiene? ¿Quince? Bueno, eso no es lo importante. Me ha contado cosas, como que estuvieron aquí hoy por la tarde y que tú los echaste. Por favor, explícame por qué te dedicas a dar tan mala imagen de nuestra familia, porque no lo entiendo -dijo su madre.
-Porque, mamá, el impertinente de su hijo mayor hace preguntas que no son de su incumbencia y me he visto forzada a echarlos de aquí. Así de sencillo -replicó Taylor.
-Dios, Taylor, qué bien hablas -dijo Mandy, que acababa de entrar en la cocina-. Yo vi a Amy por la ventana, pero supongo que ella no me vio a mí. No sé si quiero volver a ser su amiga ¿Sabes, Taylor?
-Querida Mandy -comenzó Taylor mientras cerraba la nevera tras coger un refresco-, no me importa una mierda tus movidas con la hija de los Turner. Buenas noches.
Taylor salió de la cocina y mientras subía las escaleras oyó la puerta y la voz de Claire y de Jack, el estúpido marido de su hermana mayor. Cómo los odiaba a todos, no comprendía por qué Claire era tan maravillosa por encomendar su vida a un hombre y no hacer nada más. En su opinión era una persona más digna de orgullo su hermano Charlie o ella misma que Claire. Entró en su habitación y echó el cerrojo para que nadie la molestara. Y fue inteligente al echar el cerrojo pues al cabo de unos minutos llamaron a la puerta.
-Taylor, hola -dijo una voz burlona a través de la puerta-. Oh, vamos, sabemos que estás despierta, haces mucho ruido.
-Me alegro mucho por vosotros, buenas noches, dejadme en paz -dijo Taylor, cortante.
-Tay, por favor -dijo su hermana-, somos tu familia, queremos verte... Sal, por favor.
Un silencio frío fue lo único que obtuvieron por respuesta. Esperaron allí durante quince minutos durante los que escucharon ruidos de pasos y de movimiento de cosas de un lado para otro. Cuando llegaron a la conclusión de que Taylor no les iba a abrir la puerta se fueron.
Una vez Tay se dio cuenta de que su hermana y su marido se habían ido, puso un disco en el equipo de música y cogió su ordenador para conectarse a Skype. Por suerte, Clarissa estaba conectada también. Quería hablar con ella para contarle todo lo que había pasado con Mike, pero no sabía si debía hacerlo, ya que ella era amiga de Mike del instituto. Al final desistió y apagó el ordenador.
Mike trató de dormir pero no fue capaz, y continuó intentándolo hasta que se rindió. Se levantó de la cama y fue a comer algo. En la cocina estaba su hermano James.
-Hola, tío -dijo James-. ¿Qué te ocurre?
-Taylor. Hay algo en ella que..., no sé, me desconcierta. Ella siempre fue tan abierta, tan curiosa, tan alegre, y ahora... No sé. A ver, obviamente, sabía que ella iba a cambiar tampoco esperaba que tanto... No sé, James. Esperaba otra cosa.
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