lunes, 3 de marzo de 2014

Capítulo 16.

-Señorita Farrell -comenzó el hombre-. Estas personas quieren hablar con usted.
-Muchas gracias, Matthew -dijo Taylor fríamente.
Matthew asintió con la cabeza y salió de la sala, haciéndoles un gesto a Clarissa y a Mike para que entraran. Los chicos que estaban con Taylor se fueron también, ya que entendían que no tenía nada que ver con ellos la conversación que iban a mantener aquellas tres personas. Taylor esperó a que todos se hubieran ido dejándolos solos y hubieran cerrado la puerta para comenzar a hablar.
-Buenos días -sonrió, una sonrisa muy falsa, sonrisa que parecía acostumbrada a fingir-. Soy Taylor Farrell, aunque supongo que eso ustedes ya lo saben.
-Sí, señorita Farrell -comenzó hablando Clarissa-. Soy periodista -Taylor pareció molesta cuando Clarissa dijo aquello-. pero no se preocupe, son sólo unas simples preguntas que no considero que resulten ninguna molestia para usted. Ya sabe, cuatro cosillas que deseamos saber sobre usted. Créame que a veces desearía haberme dedicado a otro tipo de periodismo, ya sabe, cubrir noticias serias y no dedicarme a investigar sobre personas famosas.
-Claro -Taylor sonrió-. Bueno, comience.
-Bueno, hace unos años usted no era alguien realmente importante en lo que es la industria de la música, me refiero a hace unos cinco años -Taylor asintió-. Hoy estoy aquí porque hemos decidido irnos un poco más atrás en el tiempo, ya sabe, hablar de cómo acabó dónde está ahora. Sabemos que se crió en un pueblo llamado Alford y que se fue de allí a los dieciocho, pero muchas personas no sabemos qué pasó desde que usted tenía dieciocho años hasta cinco años después. Nos gustaría que nos contara qué pasó y por qué muchos le perdieron la pista. Oh, sí, sabemos que sus padres, Jacob y Caroline Farrell presentaron una denuncia cuando usted cumplió los dieciocho años porque había desaparecido.
-Saben más de lo que muchos saben, la verdad. Unos buenos investigadores. Bien, cuando cumplí dieciocho me fui de allí, era mayor de edad, por lo que estaba en mi pleno derecho. Durante el primer año vivía casi en la pobreza, de albergue en albergue, de trabajo cutre en trabajo cutre. Hasta que conseguí un trabajo como camarera en un club de rock, conocí a Tony, mi batería allí, me contó que tenía un grupo y que buscaba una cantante. Por aquel entonces no me hacía ilusión. Cuadno cumplí veintidós, cambié de trabajo y pensé en llamar a Tony para comentarle que me gustaría participar. Eso hice. Empezamos a tocar en clubs y bares y demás. Al año siguiente nos descubrieron.
-Comprendo -dijo Mike-. ¿Por qué se fue de casa?
-Porque no era feliz, ¿es eso importante? Creo que no. Y creo que ya es hora de que se vayan.
Clarissa y Mike se miraron, dudando sobre si realmente debían hacer lo que Taylor les decía a ambos. Mike parecía más dispuesto a revelarse contra Taylor que a irse de allí, pero finalmente, siguió a Clarissa hacia la salida.
-Adiós, Mike, adiós Clarissa -dijo Taylor, y les cerró la puerta sin dejarles responder.

Clarissa se levanta del sillón en el que está sentada, y deja a sus hijos en el salón, mientras ella se dirige a la cocina a prepararles la cena. Ya no queda más que le pueda contar a sus hijos de esa historia. Los niños no deben de saber más que Taylor se fue, Mike también. No más.
-Mamá -dice Taylor-. Dime qué les pasó, por favor.
Clarissa mira a su hija, tan bonita, lleva el nombre de la persona que inspiró sus libros, libros dirigidos a adolescentes, para que lean sobre el amor, la desilusión y cómo el amor puede volver a triunfar. La última parte se la inventó cuando no supo como continuar el libro, sabiendo que Taylor se había ido. Así que puso un final alternativo, se volvían a enamorar y se casaban. Clarissa sigue disgustada con ese final, pero sabe que si no hubiera puesto eso, el libro habría sido algo muy raro y nadie lo hubiera comprado.
-Ay, hija. Te lo diré. Claire Farrell, a día de hoy, tiene cincuenta y cuatro años, tiene dos hijos y está casada con un hombre rico. Es feliz, dentro de lo que cabe para la desgracia familiar por la que pasó. Mary Turner murió hace un año, su marido continúa viviendo en Alford. James Turner, es ahora un diseñador de moda, está casado con el que ha sido su novio durante años, Julio, y han adoptado una niña.
-¿James es gay?
-Sí. Amy Turner ha abierto un restaurante bastante popular en Los Ángeles. La historia de los Farrell es trágica al cien por cien. ¿Segura que quieres oírla?
-Sí, por favor -dijo Taylor.
-Bien, Claire Farrell acabó en bancarrota por culpa de su madre cuando se mudaron, perdió a su bebé porque se lo quitaron los servicios sociales. Pocos años después se volvió a casar, con un joven pobre, que fundó una gran empresa y se hizo millonario. Ha tenido dos hijos, una niña y un niño. La mayor se llama Taylor, como su primera hija, tiene ahora catorce años. Su sengundo hijo se llamaba Jacob, tiene diez años.
>>Charlie Farrell murió en un accidente de tráfico hace veintitrés años cuando iba a Nueva York a hablar con su madre, un conductor borracho se estrelló contra su coche. Cuando murió, su novia estaba embarazada de tres semanas. El niño tiene ahora veintidós años, se llama Charlie y trabaja en asociaciones para ayudar a los alcohólicos a superar su problema, para que nadie más tenga que morir a manos de un conductor borracho.
>>Jacob Farrell se tiró por la ventana cuando Charlie murió, Claire acabó en bancarrota y Taylor se fue de casa.
>>Mandy Farrell murió de cáncer hace dieciocho años, tenía tan sólo deicisiete años.
>>Caroline Farrell se suicidó después de que Mandy muriera, dijo que ya no le quedaba nada más por lo que vivir. Claire y Taylor no le importaban.
>>Mike Turner continúa casado con Lucy Meller, tiene cuatro hijos, la mayor, Tiffany, tiene ahora once años. Matt, el segundo, siete. Alex, el tercero, cuatro y Amanda, la más pequeña, nació hace un año. Me llamó Mike para contármelo.
>>Y Taylor..., no me gusta hablar de esto, se suicidó. Tenía treinta y dos años. Resulta que se enamoró de el guitarrista de su grupo y cuando este se casó se deprimió, se le sumaron más cosas y se suicidó.
Clarissa deja lo que está haciendo y se va a su dormitorio, Jason está duchándose, sale del baño envuelto en la toalla y la abraza, sabe por qué está así. Hablar de Taylor le duele demasiado. Aunque Taylor, Mike y los demás, jamás hayan existido. Jason piensa que Clarissa se toma sus personajes muy en serio, demasiado en serio.

domingo, 2 de marzo de 2014

Capítulo 15.

Clarissa se recostó en su asiento, recordando aquel día. Desde que vio a Taylor en el club, no había vuelto a saber de ella hasta que cuatro años después, cuando se quedó embarazada de su primera hija, la llamó Mike contándole que Taylor había muerto por sobredosis de heroína. Mike estaba llorando desconsoladamente, probablemente porque la echaba de menos. Pocos días después de la llamada de Mike, Clarissa pidió un traslado a Nueva York y ella y su marido se fueron. Visitó el club dónde había visto a Taylor cantar aquella noche, le habían hecho una especie de funeral allí. A Clarissa le dio mucha pena, porque Taylor era muy joven para estar muerta. Varias veces había ido a visitar su tumba, y todos los días veía a Mike. Iban a la misma hora porque los dos terminaban de trabajar a las siete, así que iban.
Mike la visitaba todos los días, él había pagado su entierro y su funeral, Clarissa se dio cuenta de que Mike quería a Taylor como no había querido a nadie. Durante el primer año, se veían dos veces a la semana, cuando coincidían haciéndole una visita a Taylor. Hasta que un día, Mike llamó a Clarissa a las doce de la mañana, quería verla. Clarissa aceptó, quedaron en media hora en una cafetería que había cerca de la sede del periódico en el que trabajaba Clarissa. Mike iba con un traje y con un abrigo largo, hacía frío, mucho frío. Clarissa se sentó en la misma mesa que él, esperando a que le contara qué era tan importante para que él la llamara a esa hora.
-He ido al cementerio porque esta tarde tengo trabajo, así que aproveché un rato libre del que disponía hoy y fui. Cuando llegué a la tumba de Taylor vi a un hombre junto a ella, la miraba extrañado. Me preguntó que quién era Taylor Farrell. Le contesté que una mujer que murió hace un año, por sobredosis, que tenía 27 años. Entonces el hombre se sacó el teléfono móvil del bolsillo trasero y me enseñó una foto, era ella.
>>Le pregunté que por qué me enseñaba esa foto ¿sabes qué me contestó? Que la había hecho aquella mañana, que las de la foto eran Taylor Farrell y su hermana pequeña, gran fan de su grupo. Le dije que era imposible, que Taylor había muerto hacía un año. Me dijo que no, que me equivocaba, que él la veía en el trabajo cada día. Me dijo que podía demostrármelo, mañana por la mañana he quedado con él, me va a llevar al trabajo de Taylor, para que la vea.
>>Te he llamado porque no me fío demasiado de ese hombre, así que mi pregunta es ¿quieres venir conmigo? Si no quieres ya sabes que no pasa nada, pero me gustaría que vinieras porque llevas años tras la pista de Taylor y tú estabas tan segura como yo de que estaba muerta...
-Claro, iré ¿a qué hora?
-A las once. En Central Park.
Cuando Clarissa llegó aquella noche a casa, su marido le había preparado una deliciosa cena, como hacía cuando conseguía salir del trabajo temprano, que eran pocas las veces que eso pasaba. Jason la miró, sabía que le pasaba algo, no algo malo, pero estaba pensativa. Y eso él lo notaba.
-¿Qué te ocurre? -dijo Jason mientras la ayudaba a acomodarse en la silla.
-Creo que no te he contado nada de esto, pero te lo contaré. Hace veinte años, hice una amiga, se llamaba Taylor Farrell y estaba en mi colegio, cuando llegamos a secundaria, aún éramos amigas pero pasaron cosas y, cuando cumplimos catorce años, dejamos de serlo. Pero ella seguía en mi instituto y cuando cumplió los diecisiete su familia se mudó. Cuando tenía veintitrés años me enteré de que habían vuelto. Fui a hacerles una visita pero me contaron que todos habían acabado mal. Todos. Pregunté, y lo que averigué me llevó hasta Nueva York y Mike Turner, el exnovio y primer amor de Taylor Farrell. Bien, hace un año, me enteré de que Taylor murió, Mike y yo la visitamos todas las semanas. Pero, hoy, nos hemos enterado de que ella no está muerta...
-¿Cómo es eso posible?
-No sé, Jason. No sé. Hemos quedado mañana con ese hombre, nos va a llevar hasta ella. He pensado en cómo hacer para conseguir dinero, voy a escribir un libro, sobre Taylor. Y sobre todo esto.
-Me parece una grandiosa idea.
Jason y Clarissa comieron tranquilamente, se fueron a dormir tarde. Clarissa tardó un poco en dormirse ya que no podía parar de pensar en que Taylor podía estar viva.
Por la mañana, se levantó con mucha energía, se arregló y se fue hacia Central Park. Para cuando llegó, Mike ya estaba allí, con un hombre. Ambos la miraron, el hombre no se molestó en presentarse, si no que comenzó a caminar, sin siquiera esperarles. Su destino estaba a tan sólo unas manzanas de Central Park.
-Me llamo Matthew, por cierto -dijo aquel hombre.
Clarissa sonrió y le siguió por el edificio en el que acababan de entrar, subieron en ascensor hasta el undécimo piso, una compañía discográfica. Matthew caminó saludando a la gente a su paso, parecía que todos lo conocían. Por fin llegamos a una puerta, entramos y allí estaban las mismas personas que había visto la noche que fui al club con Mike, incluída Taylor. 

Capítulo 14.

Mike se quedó mirando al vacío cuando Taylor se fue, no podía creerse que ella, la persona que le había visto junto a Lucy Meller, le hubiera sonreído y lanzado una indirecta de quedar con él un día. Tenía que contárselo a alguien pero ¿a quién? No sabía a quién contárselo... Creyó que quizás a su hermano le interesase...

La mujer suspiró. No debía de tener más de cuarenta años pero en sus ojos se adivinaba mucha experiencia. Miró a los niños que se sentaban frente a ella, sus hijos. Sus tres bellos hijos, Taylor, Mike y Lucy. Los nombres de los tres adolescentes que le habían dado tanto sin siquiera saberlo.
-¿Por qué escribiste sobre ellos, mamá? -preguntó una niña morena de ojos azules.
-Porque, Taylor, ellos tenían algo... Algo especial. Realmente, no escribí sobre ellos, escribí sobre ella, sobre Taylor. Esta es su historia, la de nadie más. La de sus cien noches de insomnio, la de sus desilusiones. La de cómo la vida es una montaña rusa que tiene muchas subidas y muchas bajadas. Y de cómo, las personas más prometedoras acaban mal. Quiero que tengas en cuenta, que es una historia completamente real, poco es sacado de mi imaginación.
-¿Cómo sabes que esas cosas ocurrieron? -preguntó Mike, un niño de once años con los ojos negros como el carbón y el pelo rubio.
-Porque yo vi mucho de esto, James Turner me ayudó y Mandy Farrell me contó muchas cosas en las visitas que le hice al hospital. Es extraño, toda aquella familia, los Farrell acabaron mal, todos. Y los Turner..., todos tuvieron mucho éxito pero, hasta dónde tengo entendido, Mike no es feliz desde que ella murió.
-¿Qué les ocurrió a los Turner? -dijo Taylor.
-Todo a su tiempo. Bien, continuemos -la mujer tomó aire y comenzó.

Mike se ilusionó mucho sabiendo que quizás podría volver a ser amigo de Taylor. Pensó en ella durante todo el día y toda la noche, no se podía quitar de la cabeza la imagen de Taylor recostada sobre la hierba, nunca la había visto tan guapa... Pero al día siguiente no la vio en el instituto, supuso que estaría enferma. No la vio en varios días y supo que no volvería a verla cuando fue a llamar a su puerta y abrió una mujer muy elegante que le dijo que la familia había decidido mudarse y había puesto la venta en manos de una inmobiliaria. Pasó días muy triste pero se recuperó. Volvió a sonreír aunque notaba que había un vacío en su interior. Pocos meses después comenzó a salir con Lucy Meller, se convirtió en un chico popular. Pero se notaba que no era feliz, por mucho que intentara aparentar lo contrario. Cuando terminó el curso le perdí toda la pista, ya que me mudé a California. Pocos años después me enteré de que los Farrell habían vuelto al pueblo, así que decidí tomarme un mes de descanso en mi trabajo como reportera y visitar el pueblo. Llamé a la que siempre había sido la casa de la familia y me abrió Caroline. Dijo que me recordaba de cuando Taylor y yo jugábamos juntas cuando íbamos al colegio. Me contó mucho, Claire había acabado en bancarrota tras dejar a Jack y los servicios sociales le habían quitado a su hija. Charlie había muerto en un accidente de tráfico, un conductor borracho, me dijo. No mencionó a Taylor pero me contó que Mandy estaba en el hospital, con cáncer.
Fui al día siguiente al hospital, Mandy no me recordaba pero le comenté quién era y que me gustaría saber dónde estaba Taylor, ella no sabía nada de ella desde hacía cinco años, desde que cumplió los dieciocho. Pero me contó lo que os estoy contando yo ahora a vosotros.
-Me han llegado noticias de que se casaba, pero ya sabes, la gente es cruel cuando estás buscando a una persona como Tay -dijo Mandy en una de mis visitas-. Sé que está viva y ese es mi único consuelo, lo sé por intuición. Si Taylor muriera nos enteraríamos. Recuerdo el día que se fue perfectamente. Vivíamos en Nueva York entonces, y me levanté a las cinco de la mañana para prepararle un desayuno de cumpleaños a Taylor. La vi en lo cocina, estaba bebiendo café. No me sorprendió, al principio.
>>Me miró y se fue a su habitación, yo estaba preparándole unas tortitas cuando oí la puerta cerrarse y lo supe, supe que se había ido. Salí corriendo e intenté encontrarla por los rellanos, pero se había ido. No sé nada de ella desde entonces. Al haberse ido mientras vivíamos en Nueva York pero habiéndose criado aquí, no tengo ni idea de dónde puede estar. La echo de menos. Prométeme que si sabes algo de ella, me lo contarás.
-Te lo prometo, Mandy.
Al día siguiente, Mandy murió, murió sin saber nada sobre su hermana. Qué horror, pero me propuse localizar a todos los que pudiese saber dónde estaba. Entre esas personas estaban los Turner. Esperé unos días para ir a visitarles, por si acaso estaban de luto por la muerte de Mandy. Amy me abrió la puerta, bueno, al principio no sabía que era Amy pero al mirarla mejor me di cuenta de que sí era ella. Wow, Amy era gótica, fue lo único que pude pensar.
-Hola, ¿está Mike? -dije.
-No, Mike se fue hace mucho.
-¿Por qué?
-No lo sé. Tú eres ¿Clarissa? Ya decía que me sonabas. Pasa y así te cuento.
Entré en la casa, no era como la de los Farrell pero era elegante. Se notaba que había más espíritu familiar entre ellos que entre los Farrell. Nos sentamos en la sala de estar y Amy comenzó a hablar.
-Mike se fue cuando cumplió diecinueve años, se casó con Lucy Meller. Viven en Nueva York. Mike ahora tiene mucho dinero gracias a una empresa que fundó hace dos años, Lucy está con él por eso, digo yo. Porque desde que Taylor se fue..., él ya no es el mismo, nadie sabe nada de ella. Me da pena, a veces pienso que está así por Mike. Se fueron porque su madre los había visto juntos un día en nuestro jardín, pero no lo sé. De todos modos, si quieres hablar con él, te puedo dar su dirección... -Amy me miró, parece que leyó mi mente porque dijo-. No le preguntes a Caroline por qué se fueron, no te va a contestar. Esa familia se ha desmoronado... Claire es pobre, su madre no quiere hacerse cargo de ella ¿sabes? Charlie está muerto, Taylor desaparecida, Jacob se suicidó cuando sus tres hijos se fueron, en cierto modo. Y Mandy..., pobre Mandy, me dolió, antes éramos amigas.
-Muchas gracias, Amy, todo esto me vendrá muy bien.
Por aquel entonces, yo tenía veintitrés años y no conocía el mundo como lo conozco ahora, pensaba que la vida no podía ser demasiado cruel con la gente pero me equivocaba. Me fui a Nueva York en busca de Mike y de Lucy. El primer y el segundo día los usé para hacer turismo y descansar un poco. Aproveché que pasaba por albergues y comedores sociales en mis rutas para preguntar por Taylor Farrell. Al segundo día en Nueva York me llegó la noticia de que Caroline Farrell se había quitado la vida, lo cual me dejó de piedra. Sólo quedaban Taylor y Claire, pero a Claire ya la mayoría la daban por perdida y a Taylor por muerta. Pero no me desanimé, continué buscando a Mike. Descubrí dónde vivía con su mujer.
Era un edificio de lujo, los Turner vivían en el piso dieciocho. Subí con muchas personas en el ascensor, parecían todos ejecutivos importantes y personas con mucho dinero. Lo típico en esa clase de edificios.
Llamé a la puerta cuando llegué allí, me abrió el propio Mike.
-Buenos días, me llamo Clarissa Roberts, iba al instituto en Alford y me gustaría hacerte algunas preguntas, si es posible.
-¿Sobre qué? -dijo fríamente.
-Sobre los Farrell. Sé que este es un tema del que probablemente no sepas nada pero me gustaría...
-Pasa -me interrumpió-. Siento haber sido tan desagradable contigo, pero es que últimamente no estoy demasiado bien...
Dejó la frase en el aire, simplemente. Se sentó en un sillón y me indicó un sillón frente a él. Me senté y formulé las preguntas en mi mente antes de preguntárselas a Mike. Ya no era para nada como en el isntituto, estaba más fuerte, se había dejado barba y parecía infinitamente más cansado.
-¿Sabes algo de Taylor Farrell? -dije directamente.
-Sí, pero preferiría que dejáramos esa pregunta para el final, no me gusta hablar de Taylor.
-De acuerdo, a ver. ¿Cómo es que has acabado casado con Lucy?
-Bueno, ella no pide más que una tarjeta de crédito y un apartamento grande, y yo se lo doy. A cambio ella está aquí, no estoy tan solo si ella anda por aquí -me miró, esperando la siguiente pregunta.
-Desearías que fuera Taylor la que estuviera aquí, contigo.
-Eso no es una pregunta -contestó-. Pero sí, desearía que fuera Taylor la que estuviera aquí conmigo. Pero no puede ser.
-¿Por qué se mudaron los Farrell?
-Porque su madre no quería que Taylor se volvier a enamorar de mí y luego yo le rompiera el corazón e intentara suicidarse. Esa decisión le costó la vida a Charlie y a Jacob.
-¿Por qué?
-Jacob se suicidó cuando Charlie murió y Taylor desapareció. Charlie murió yendo a Nueva York para pedirle explicaciones a su madre. Y Claire lo perdió todo cuando vino aquí porque en Alford había conseguido un trabajo y cuando Caroline la trajo aquí porque su sueldo era todavía muy bajo, ya que estaba de prueba y no podía pagarse nada, discutieron.
-Y Caroline la echó -deduje. Mike asintió con la cabeza.
-Esa mujer es asquerosa, en serio. Bien, me parece que no tienes más preguntas, salvo la de qué ha sido de Taylor. Son las diez de la noche, si nos damos prisa llegaremos para que la veas.
Le miré sin comprender, pero me hizo un gesto para que me levantara y que le siguiera. Mike cogió las llaves de su coche y bajamos al parking, me preguntaba a dónde íbamos mientras él conducía, pero sabía, por su expresión, que íbamos a ver a Taylor. No sabía a dónde íbamos a ir, pero imaginé lo peor. Aunque finalmente acabamos en un barrio de los suburbios y caminamos hasta un club sombrío dónde muchos góticos hacían cola para entrar, Mike pasó por delante de todos ellos y le dio trescientos dólares al de seguridad para que nos dejase pasar.
El club era cómo me lo esperaba, había mesas y al fondo un pequeño escenario, parecía que iban a tocar. Mike me guió hasta una de las mesas más cercanas al escenario, había ya algunas personas por ahí, todos sentándose lo más cerca posible del escenario, parecía que la banda tenía bastante éxito allí. Cuando el club se llenó por completo, encendieron los focos y salió el camarero al escenario que presentó a una banda cuyo nombre no alcancé a oír. El camarero se retiró y subieron tres chicos y una chica.
Había un chico con el pelo negro y con gafas, uno de rizos que tenía una cara muy simpática. El que subió antes de la chica llevaba el pelo negro y los ojos muy maquillados, llevaba un piercing en el labio y otro en la nariz. Si no fuera por la chica, él habría sido el más siniestro de todos. La chica llevaba el pelo negro liso un poco por debajo de la cintura, llevaba un vestido muy corto y ajustado, combinado con unos tacones que debían de medir veinticinco centímetros. Me sorprendió bastante, pero cuando se giró, comprendí quién era. Llevaba los ojos pintados casi desde la ceja hasta un dedo por debajo del ojo, combinados con su palidez y el granate de su pintalabios, parecía que estaba muerta.
-Taylor... -susurré.
Parecía que Mike iba a contestar pero antes de que comenzara a hablar entraron todos los instrumentos de golpe, introduciendo la canción, y la chica cantó un altísimo y siniestro "Nightmare", conocía esa canción, era de las favoritas de Taylor cuando estaba en el isntituto. Pero ella sonaba aún más siniestra que el grupo original.
Cuando terminó el concierto, Mike me llevó a mi hotel. A las semanas me fui.

jueves, 27 de febrero de 2014

Capítulo 13.

Ashley, Matthew y Taylor fueron expulsados tres, aunque sus padres no se opusieron a la expulsión consideraban que no tenía sentido. Y estaban tomando medidas todos los padres de adolescentes acosados en el instituto. Taylor pasó los tres días durmiendo y preparándose para la que le caería el día que volviera a clase. No había visto a Mike ni una sola vez en aquellos tres días y eso que ya no le evitaba, parecía que era él quién la evitaba.
El día antes de volver a clase, Taylor estaba sola en casa, viendo la televisión cuando llamaron al timbre. No podía ser su hermano, que estaba en Miami, ni Claire, ni Mandy que estaba en clase y sus padres estaban trabajando. Fue hasta la puerta y a través de la mirilla vio a la señora Turner.
-Buenos días, señora Turner -dijo Taylor amablemente.
-Hola, Taylor.
-Mis padres no están...
-Lo sé, venía a hablar contigo, ¿puedo pasar?
Taylor le hizo un gesto para que entrara y se dirigiera al salón, Mary se sentó en una butaca frente al sofá, en el cual se sentó Taylor, y antes de comenzar a hablar pensó bien en lo que iba a decir y en como lo iba a decir.
-Taylor, sé que no debería pedirte nada de esto pero necesito que me hagas un favor. Tú tuviste problemas con mi marido porque Mike te pidió que entraras en su cuenta de correo, a dónde le habían mandado un email los profesores... -Mary la miró, para asegurarse de que le estaba prestando atención-, verás, me gustaría que entraras en el ordenador de Mike. Tiene contraseña, y todo en sus archivos está protegido..., por favor.
-Puedo hacerlo, sólo necesito su ordenador. Con lo simple que es Mike, no será muy complicado averiguar su contraseña.
Mary asintió con la cabeza y salió del salón y se dirigió a su casa, a por el ordenador portátil de su hijo. Volvió al cabo de cinco minutos y le entregó el ordenador a Taylor, no le llevó mucho tiempo poner la contraseña.
-Já, Mike, qué simple eres. Demasiado para mí. Contraseña1234 es la contraseña más usada por todo el mundo y al mismo tiempo, la última en la que suele pensar la gente. Bien ¿qué se supone que buscamos?
-Cualquier cosa que me explique que le pasa a Mike. No se separa del ordenador y cada día está más distinto.
-No hace falta ser un genio para saber qué le pasa, señora Turner. Mike se está enamorando y en su historial sólo hay visitas al perfil de Facebook de Lucy Meller. Está tanto con el ordenador porque chatea con ella, podría entrar a ver sobre qué hablan, pero no voy a hacerlo. Señora Turner, el cambio que va a dar su hijo, es para mejor. Se lo aseguro -Taylor sonrió.
-A veces, me pregunto por qué Mike te dejó. Eras perfecta para él.
Taylor sonrió con cariño, comprendía que la madre de Mike la prefieriera a ella que a Lucy, después de todo lo que se decía sobre Lucy Meller entre las madres del pueblo. Taylor se ponía siempre melancólica siempre que recordaba a Mike.
Recordaba como el día siguiente a la ruptura se había tumbado en la cama y le había echado de menos, más de lo que nunca admitiría, echó de menos sus abrazos. Aquellos abrazos que la habían hecho sentirse segura. Recordó que observó la noche pasar y que no era lo mismo sin él. Recordaba que no le hacía daño el silencio que había al haber desaparecido sus conversaciones de medianoche, hasta que miraba sus manos y se sentía triste porque entre los espacios entre sus dedos, encajaban los de Mike perfectamente. Aquella fue de las noches más duras de su vida, ya que por primera vez en un año, no tuvo con quién hablar a medianoche, mirando las estrellas. Pasaban los días y sentía que tendría que acabar buscando el reposo en algo que no fuera dormir porque cada vez que intentaba dormir la nostalgia la calaba hasta los huesos y, que cuando pasaba eso, bajaba al porche y pensaba en los buenos momentos, porque así no se sentía tan sola. Los meses pasaron y, cuando por fin fue feliz de nuevo pensó en él, si su voz pudiera volver al pasado, le susurraría a Mike que desearía que estuviera allí con ella.
Una sonrisa afloró, tenía cariño hacia Mike, en cierto modo, porque la había ayudado a darse cuenta de que no necesitaba a nadie para ser feliz. Pasó la mañana pensando sobre el tema de Mike, no le dolía recordarle, es más, le gustaba. El sonido del autobús del isntituto la sacó de sus pensamientos, miró por la ventana y vio bajarse a Mike. En vez de entrar, Mike fue hasta el jardín trasero y se sentó en el suelo. Sacó un cuaderno de la mochila, no parecía nada que tuviera que ver con el instituto. Le observó. Siempre le había llamado mucho la atención que a Mike se le podía mirar fijamente mucho tiempo, que él no se enteraba.
Mike sacó un lápiz de su mochila y comenzó a dibujar. Desde que él y Taylor rompieron, le había ayudado mucho dibujar para expresar sus sentimientos. Pensó en Taylor y decidió dibujarla con el moño a un lado de la cabeza que se hacía cuando no pensaba salir de casa o cuando tenía que concentrarse, con su sudadera y sus pantalones de chándal. Así la dibujó. Vio que Taylor salía por la puerta trasera y se acercaba a la valla que separaba las dos casas. La miró fijamente, llevaba el moño de su dibujo y parecía que aún estaba en pijama. La miró y sonrió, era imposible no encontrar a Taylor guapa.
-¿Qué haces? -preguntó ella.
-Dibujar, ¿estabas espiándome?
-No -Taylor se rió-. Pero te he visto desde mi ventana y me has llamado la atención. Por cierto, me ha mandado Frank un mensaje de que estás saliendo con Lucy Meller, enhorabuena.
-Cruza la valla, anda -dijo Mike.
Taylor dio un salto por encima de la valla sin ningún esfuerzo, lo que demostraba que había tenido que cruzarla más veces para no tener que salir por el jardín de alante. Se sentó a su lado y miró el dibujo mientras se llevaba una mano al pelo recogido.
-Es bonito -dijo.
-Eres tú, bueno, no, eres tú hace tres años.
-Es bonito de todos modos.
-Ya -contestó Mike-. Gracias por la enhorabuena, Lucy es buena chica, en serio. No sé, me gusta. Ha cambiado.
-No tienes que convencerme, Mike, con que tú creas eso es más que suficiente.
-A veces pienso que no me equivoqué al hacer lo que hice, en momentos como estos sí que pienso que me equivoqué monumentalmente.
-No me dejaste, rompimos porque me pusiste los cuernos, pero eso es agua pasada -dijo Tay, mientras se recostaba en la hierba-. Mañana tengo que volver a clase.
-Es verdad, que te has pasado tres días en casa -se tumbó junto a ella-. También vuelven Ashley y el chico aquel.
-Matthew, sí. La verdad es que es más agradable de lo que parece. Aunque no es una persona que llame mucho la atención, probablemente hasta el día que pasó aquello, ni siquiera sabías que existía.
Mike la miró, sí que sabía que existía. Porque a finales de agosto, cuando iba con algunos tíos del instituto, se lo habían encontrado y ellos le habían dado una paliza y Mike no hizo absolutamente nada por evitarlo, como hacía unos días había hecho con Tay. Se sentía sucio y rastrero por hacer lo que hacía. Volvió a mirarla, estaba con el cuaderno, viendo los muchos dibujos que había hecho de ella y de como creía que estaba. Sintió mariposas cuando ella giró la cabeza y le sonrió, lo cual no era una muy buena señal. Taylor se debió de dar cuenta de lo que Mike acababa de sentir porque se había puesto de pie y caminado hasta la valla.
-Tengo que irme, mi hermana debe de necesitarme. Muy bonitos dibujos, un día tienes que enseñármelos con más calma -Taylor saltó la valla y entró en la casa, dejando a Mike mirando al vacío.

Capítulo 12.

La directora llamó a los padres de Taylor para que fueran a recogerla al colegio por habérsela armado de semejante manera en la presentación del curso. No le gustaba que los alumnos la llamaran mentirosa, pero tampoco le solía afectar porque no mucha gente podía secundarles. Pero aquel día, medio instituto había secundado a Taylor. También llamaría a los padres de Matthew Sullivan  y a los de Ashley Adams. No iba a dejar que aquellos tres irrespetuosos se fueran de rositas. Sabía que desde luego, muchos padres se quejarían de la situación del instituto en cuanto al acoso escolar. Cierto que ella sabía que muchos de sus alumnos estaban siendo acosados por los del equipo de fútbol y por chicas como Lucy Meller. Pero esos acosadores eran personas que le daban al instituto prestigio, ya fuera por el equipo de fútbol que nunca perdía o por las notas que sacaban. Expulsarles serían malo para el instituto. Y eso era lo que preocupa a Alexandra Parker. La reputación de su instituto. De todos modos sabía que en cuanto padres de chicos acosados se enterasen de ello, algunos tomarían medidas. No tenía miedo a una panda de padres enfadados, pero sí tenía miedo a padres en la junta de educación, a avogados y a padres con dinero e influencias.
Los padres de Taylor no tardaron en llegar y llevársela a casa, no parecían en absoluto enfadados. Sabían por lo que estaba pasando su hija y estaba segura de que Taylor les había llamado en lo que iba al baño para contarles la historia un poco distorsionada a su favor. Se fueron sin decir nada, entonces se dispuso a llamar a los Adams y a los Sullivan. Sabía que si llegaban los Adams antes podría largarlos diciéndoles que tenía que atender a los Sullivan y viceversa. Mientras hablaba con las familias, echó un vistazo en los asientos junto a la puerta de su despacho, dónde estaban sentados Ashely y Matthew, que no paraban de reírse.
-No tengo miedo de la reacción de mis padres -oyó decir a Ashley-. Saben que en este instituto se hace bullying, ya sabes, lo pasaron con mi hermana. Pero tenían pensando denunciarles si me pasaba a mí esto. Nunca se lo he contado porque les recuerda el tema de mi hermana y duele.
-¿Fue enteramente por el acoso lo de tu hermana?
Alexandra tuvo que volver a entrar en su despacho porque le habían contestado finalmente al teléfono, pero escuchaba sus voces, aunque no podía saber qué decía.
-Eso dijo en su nota. Pero se enamoró de un chico popular que fingió que la quería, se la tiró, y luego le hizo putadas varias. Unas de las personas que las acosaban eran Claire y Jack, la hermana de Taylor y su marido. Es sorprendente que Taylor pueda ser tan buena persona viniendo de esa familia de víboras.
Matthew la miró, no entendía mucho sobre Ashley Adams. Y menos aún sobre Taylor Farrell. Pero sabía que había estado saliendo con Mike Tuner, que era guapa, que se había intentado suicidar. Sabía que iba al mismo lugar al que iba él para estar sola. Sabía eso, pero no la conocía como persona.
-¿Qué tiene Taylor que la hace tan misteriosa? -preguntó Matthew.
-Pues verás-comenzó Ashley-, es reservada y es muy difícil conocerla. Es amiga de sus amigos pero no conviene tenerla como enemiga. Antes no era así, recuerdo a Taylor hace cuatro años, antes de Mike. Era rubia ¿sabías? Y muy morena por el sola. Siempre se estaba riendo, pero se notaba que era algo falso. No sé como todo el mundo pensaba que era feliz, cantaba muchísimo que era falso. Cuando llegó Mike sí que empezó a parecer feliz de verdad, pero poco a poco fue perdiendo la vitalidad. Era gordita de aquella, de eso sí que me acuerdo. Cuando él la dejó, se comenzó a marchitar, a apagarse. Dejaba de salir a la calle, entre clase y clase desaparecía y en la hora de la comida era imposible encontrarla. En aquel verano llegó el intento de suicidio y tres días después de que ella intentara eso, los Turner se fueron. Taylor no habla de ello, pero fue porque su familia habló con ellos y el padre de Mike pidió un traslado, dijo que volvería aquí cuando fuera necesario esperando que no lo fuera nunca más. Cuando empezó el curso hace tres años, estaba más delgada, más blanca. Pero nada comparado con ahora. Entonces comenzó el acoso por parte de Lucy Meller y sus amigos, aquel año también comenzó nuestra amistad. Taylor no sonreía, pero yo sentía que era más feliz desde que éramos amigas. Los años fueron pasando y aquí estamos. Somos inseparables. Algo que no se ve a simple vista es que aunque ya no es la persona marchita que era hace tres años, no ha vuelto a ser quien era hace cuatro. Te voy a poner una metáfora algo imposible.
-Adelante.
-A ver, supongamos que tenemos una rosa roja, que inspira vida y belleza. Esa es la Taylor de hace cuatro años, de antes de conocer a Mike. Cuando Mike la dejó se marchitó y ya sabes que cuando una rosa se marchita se arruga y se pone oscura. Pues eso. Y a lo largo de los años esa rosa ya no está marchita pero es más oscura. Ahora sería una rosa negra.
-Una rosa negra preciosa -sonrió Matthew-. Llevo años mirando a Taylor por los pasillos, siempre me ha llamado mucho la atención, quizás porque no la entendía demasiado bien. Las cosas que no entiendo suelen llamar mi atención. Pero nunca olvidaré el día en que Lucy Meller y compañía la estaban insultando y le lanzaron comida y yo pasaba por allí y no fui capaz de hacer nada. Fue hace tres años. Pero el curso pasado estaban los del equipo de fútbol dándome una paliza y ella se metió por el medio y les dijo que se fueran. Yo estaba tirando en el suelo, me habían hecho muchísimo daño. Le dijeron que qué iba a hacer ella para echarles y recuerdo que les dio una patada en la entrepiera -sonrió-. Luego se acercó a mí y me ayudó a levantarme y me llevó hasta la enfermería. Fue un gesto que nunca olvidaré.
-Ese tipo de cosas son típicas en ella. Tiene empatía, a veces. Yo la conozco desde hace tres años y aún no la entiendo del todo. ¿Sabes? Tiene muchas manías, por eso tiene pocos amigos. Y es rara... Es extraña en el sentido de que a veces me inquieta hasta a mí. No sé, creo que nunca conseguiré entenderla bien.

domingo, 23 de febrero de 2014

Capítulo 11.

Taylor había visto que Mike iba con Lucy, no le sorprendió. Sabía que ella estaba enamorada de él, desde que casi se lo tiró.
-¿Ese no era...? -dijo Ashley de camino al salón de actos.
-Sí.
-¿No te sienta mal que se haya reído con ellos?
-No, ya me da igual. Es un método de adaptarse. Algunos prefieren tener amigos aunque sean unas mierdas de personas a ser fieles a sí mismo y tener pocos amigos. Mike es como Lucy. Exactamente iguales. De todos modos, me sorprende que después de que la dejó plantada antes de echarle un polvo hace tres años, Lucy le haya admitido entre sus amigos. Se nota mucho que sigue enamorada de él.
-¿Enamorada? ¿Lucy?
-Sí -Taylor sonrió-. Resulta que cuando Mike y ella se hicieron amigos cuando él y yo aún salíamos, empezaron a gustarse. Probablemente, si Mike no me quisiera a mí en aquel momento, se hubiera enamorado de ella. Como ella se enamoró de él. Cuando yo los pillé y me largué de allí. Mike salió tras de mí, dejando a Lucy plantada. Amy le contó a Mandy que Lucy se vistió y se fue llorando. Y, pocos meses después de que Mike se fuera, Lucy se acercó a mí. Me dijo que tenía suerte de haber estado con Mike, que nunca pretendió enamorarse de él mientras él estaba conmigo. Que nunca quiso que por su culpa, yo acabara tan mal. Y que lo sentía de corazón. Hace unas semanas, se enteró de que Mike había vuelto al pueblo y vino a verme.
-¿Qué te dijo?
-Que si no me importaba que ella intentara liarse con él, le dije que no. También le dije que liarse con él le iba a ser muy fácil pero enamorarle muy difícil. Me preguntó que si a mí me costó enamorarle. Le dije que no, porque yo no era una persona que se dedicaba a hacerle la vida imposible a los demás. Me dijo que yo no era una mala persona, a diferencia de ella. Y se fue.
Ashley la miraba incrédula, iba a contestarle pero apareció Frank por allí. Abrazó a Taylor y saludó a Ashley con un gesto que sólo ellos dos entendían.
-¿Qué te pasa, Ashley? -preguntó Frank.
-Tay me acaba de contar que Lucy y ella hablaron hace unas semanas -respondió ella-. Sobre Mike.
Frank no contestó, pero miró a Taylor que se había adelantado y estaba empezando a ser difícil dejar de divisarla entre la gente. Frank y Ashley esperaban que Taylor se hubiera tomado mucho peor que Mike hubiera vuelto y que estuviera tan pegado a Lucy, pero parecía que le daba igual. Aunque ella tenía la costumbre de esconder sus sentimientos, pero Frank la conocía y de verdad, parecía que le daba igual. Pero era imposible, cuando ella no había sido capaz de ser feliz sin él en tres años ¿por qué ahora, que él había vuelto y parecía que iba a salir con Lucy estaba tan bien? Había algo que ella nunca les había contado, de eso él estaba seguro.
-Ashley, ¿qué me he perdido? -dijo mirando a su amiga.
-No lo sé, Frank, no lo sé.
Ambos entraron en el salón de actos, dónde estaban todos los alumnos del instituto y buscaron un sitio por el medio de la sala. Desde su sitio vieron que Taylor estaba tres filas más alante con Michelle, una chica que había llegado al instituto el año pasado y que se había hecho muy amiga de Tay. La directora ¡Y apareció en el escenario, junto al micrófono, seguida de todos los profesores.
-Buenos días, alumnos -comenzó la señora Parker, la directora-. Este año, tengo el presentimiento de que será un gran año. Algunos nos dejarán y llegarán otros, pero será un gran año para todos nosotros. Porque estamos en un instituto en el que todos nos apreciamos mucho los unos a los otros. Un instituto dónde no hay problemas de acoso.
Ashley vio que ya se empezaban a levantar manos entre los alumnos que no estaban de acuerdo con lo que decía aquella mujer.
-Como iba diciendo, estamos en un instituto unido, familiar. En el que hay alumnos dispuestos a aprender y que ella y se van con una sonrisa. Que nuestros alumnos son felices, con un ambiente familiar y agradable con el que todos sacamos lo mejor de nosotros. Bueno, veo que hay personas que quieren decir algo... Taylor ¿qué ocurre? Ven aquí y explícanos que es tan gracioso que te estás riendo con tu amiguita.
Taylor se levantó de su sitio y salió como pudo entre las butacas y se dirigió hacia las escaleras que llevaban al escenario.
-Me parece gracioso -comenzó-, que diga que este es un instituto agradable, familiar, con buen ambiente y sin problemas de acoso cuando a mí me acaban de llamar Morticia en el pasillo. Cuando más de un alumno que se ha suicidado lo ha atribuido al acoso escolar que se sufría en este instituto. Me hace mucha gracia. Porque usted, señora Parker, es una mentirosa. Y no tengo nada más que decir.
Se oyeron aplausos de todos los alumnos que habían pasado por eso o alguien importante para ellos había estado sufriendo acoso. Mientras que los acosadores abucheaban el discurso de Taylor. Había que tener agallas para llamar a la directora mentirosa, pero Taylor tenía razón, aquella mujer era una mentirosa. Claro que había alumnos que habían sufrido acoso y muchos que aún lo sufrían. Y bastantes alumnos, entre ellos Tiffany Adams, la hermana de Ashley, se habían suicidado por el acoso que sufrían en el instituto.
-Silencio, por favor. Taylor, eso que has dicho es mentira. Nadie se ha suicidado porque aquí sufrieran acoso...
-¿Cómo que no? -gritó Ashely, interrumpiendo a la directora, poniéndose de pie- ¡Mi hermana se suicidó porque aquí la acosaban! Si lo puso en su nota, puso textualmente "Y es que no puedo más. Lo siento, querida familia. Quiero que tengais en cuenta que esto no es culpa de ninguno de vosotros, si no  de todas esas personas de mierda que hay en ese instituto de mierda en el que llevo sufriendo acosos años y nadie hace nada por evitarlo. Estoy harta. Espero que esto no le pase a Ash, porque no se lo merece, nadie se emrece pasar por esto. Y, espero que todos ellos y sobre todo, la directora del instituto que estaba al corriente de todo, ardan en el infierno." ¡Estaba en su nota de suicidio! ¡Mi hermana se cortó las venas porque no aguantaba más lo que estaba pasando en esta puta mierda de instituto! -Ashley había empezado a llorar mientras le gritaba a la directora-. Por personas de mierda como usted, señora Parker y por personas de mierda como Lucy Meller. Yo oía a mi hermana llorar cada día nada más llegar a casa porque le habían dado una paliza. ¡Yo lo oía! ¿Tiene idea del daño que personas como vosotros haceis a las personas? No, porque su hija no se ha suicidado por culpa de gente como usted.
-¿Cómo te atreves, Ashley? No tienes derecho a hablarme así.
-¡Claro que lo tiene! -gritó un chico desde la primera fila-. Yo he sufrido lo mismo que su hermana. Cada día los gilipollas de su equipo de fútbol me dan ostias y me meten la cabeza en el retrete. ¡Y usted lo sabe! Porque yo he ido a quejarme varias veces a su despacho pero cree que por obligarles a pedirme perdón y a darnos un apretón de manos, todo se soluciona. No es así, señora Parker.
-Matthew Sullivan, espero que tú tengas más respeto y seas inteligente y te quedes callado.
-¿Si no nos quedamos callados qué? -dijo una chica unas filas más atras.
-Os expulsaré.
-No puede expulsarnos a todos, señora Parker -dijo Tay-. Si todos los que hemos sido acosados nos pusiéramos de pie, la mitad de este auditorio estaría en pie. Incluso más.
-Veamos -dijo la directora-. Todos los que habeis "sido acosados" poneros en pie.
Al principio sólo se levantaron unos pocos, pero poco a poco, se fueron levantando cada vez más. Hasta que medio salón de actos estaba en pie.

viernes, 21 de febrero de 2014

Capítulo 10.

-Vete a la mierda -le dijo Tay a su madre.
-No hables así, Taylor -contestó su madre-. No lo decidí yo, lo decidió el azar.
-Prefiero dormir en el jardín antes que dormir con semejante estúpido.
Taylor se fue de allí, prefería no tener que seguir soportando a la panda de imbéciles que tenía como familia. Decidió dejarlo ir, tan sólo, dejarlo pasar. Soportaría a Mike aquella noche pero esperaba no tener que hacerlo nunca más.

Y así pasó el mes, hasta que tuvo que volver a clase. Era lunes y hacía muchísimo calor, más que cualquier día de verano. Taylor no se veía con aguante suficiente para llevar pantalones largos y sudadera durante todo el día. Así que simplemente, se puso una sudadera sobre una camiseta negra y unos pantalones cortos con botines. Se miró al espejo y lo único que pensó fue que así no parecía ella misma. Pero el calor que hacía no la motivaba a ponerse otro tipo de ropa más habitual en ella.
Bajó las escaleras hasta la cocina, dónde su madre les había preparado a ella y a Amy el desayuno, ya que las dos iban al mismo instituto, aunque Taylor salía antes para que su hermana no la alcanzara. Desayunó rápido y cogió su mochila con todo lo necesario para volver a la tortura del isntituto.
Cuando salió de casa, lo primero que vio fue a Mike salir también de la suya, pero decidió ignorarle, tenían que estar en el mismo instituto y no había nada más que discutir, así que, sencillamente haría como que no existía. Como hizo durante el último mes. Notó como Mike clavaba su mirada en su espalda e iba bajando hacia las piernas, odiaba la poca discreción con la que miraba Mike al resto de las personas del mundo. Recordaba que cuando estaban juntos, más de una vez le había pillado mirando a otra chica, eso realmente nunca le molestó, porque ella también se fijaba en el físico de otros chicos. Seguro que si giraba la cabeza le pillaba mirándola.

Mike salió de casa, y vio a Taylor salir de la suya y pasa por delante de él, se dirigía la instituto, eso era bastante obvio. Llevaba un mes entero sin verla, desde la noche que pasó en su casa. No le molestaba que ella no quisiera verle, voluntariamente, era obvio que ella no iba a sentir ninguna simpatía hacia él, pero tampoco tenía que huír de él como parecía que había estado haciendo durante un mes. Se fijó en que, como de costumbre, llevaba manga larga, se preguntaba si la gente en el instituto sabría lo del intento de suicidio. Llevaba pantalones cortos y Mike sintió que nunca le había atraído tanto, físicamente. Sabía que ella se daba cuenta de que él la miraba porque había empezado a andar más rápido y estuvo a punto de cambiar la ruta con el objetivo de dejarlo atrás. Pero no lo hizo, aguantó.
Y finalmente, alcanzaron el instituto, Taylor se paró antes de entrar en el recinto y lo miró con asco, al instituto y a la gente. Seguida por Mike, entró y se dirigió a la clase que le tocaba a primera hora. Bueno, clase, la tradición era que el primer día, iban tan sólo cuatro horas para la presentación de los nuevos estudiantes y para comentarles las normas y demás. Era aburrido, pero siempre era mejor que una estúpida clase de matemáticas. Siguió a Taylor hasta la entrada del edificio pero, nada más entrar, la perdió de vista. Todos estaban en sus taquillas, metiendo las cosas que quedarían ahí durante todo el año y tirando las cosas que no se llegaron a llevar los del año pasado. La suya era la 311.
Mierda. La 312 era la de Lucy Meller que se quedó un poco asombrada al verle. En el mismo pasillo también estaba la taquilla de Taylor y la de un chico gótico que no paraba de hablar con ella y de hacerla reír. Se alegró porque tuviera un amigo pero a la vez le entraron celos de no ser él quien la estuviera haciendo sonreír.
-¿Mike? ¿Eres tú? -dijo Lucy. Estaba más delgada y más atractiva que cuando la vio por última vez- Dios, cuanto tiempo sin verte. Todos llevamos tres años preguntándonos que habría sido de ti. Hay aquí muchas personas que te echaron de menos.
-Ya... Uno de esos traslados tan repentinos de mi padre y perdí el teléfono con la mudanza... Así que, no sé, me hubiera gustado poder seguir manteniendo el contacto -dijo Mike con una sonrisa.
-Eh, vamos al salón de actos.
Lucy comenzó a caminar en dirección al salón de actos agarrando el brazo de Mike y reodeados por muchos chicos y chicas que no paraban de hablar. La popularidad de Lucy había crecido mucho con el tiempo. Pero se pararon a medio camino.
-Oh, mira, Taylor hoy lleva pantalones cortos. ¿A quien quieres impresionar con esas piernas? -rió Lucy mirando a Taylor y a Ashley, una amiga de Tay, a la cara.
-Gilipollas -dijo Taylor mirándola a los ojos.
-Mira, ten cuidado con lo que me dices porque no quiero tener problemas contigo, Morticia.
-¿Qué vas criticando tú si eres todo plástico? -le gritó Taylor en medio del pasillo, a lo que muchas personas que parecían pertenecer a los no-populares aplaudieron y alabaron.
Taylor cerró la taquilla con un fuerte golpe y se fue en dirección al salón de actos seguida por Ashley. Mike la miró alejarse, se sintió mal por haber dejado que Lucy le dijera esas cosas, pero Taylor sabía defenderse muy bien, no tenía de qué preocuparse. Mike miró a Lucy y, sin necesidad de decir nada, ella interpretó su mirada.
-Desde que la dejaste, desde entonces pasa esto. No nos metíamos con ella porque queríamos ser tus amigos, ya sabes. Pero cuando la dejaste, vimos el momento para empezar a comportarnos con ella como se merece y después con lo del intento de suicidio... Pasó a ser muchísimo más divertido porque había más cosas que decirle. De hecho, por su cumpleaños le regalamos un bote de lejía, para que bebiera un poco -Mike rió a lo que dijo Lucy pero al momento se arrepintió de haberlo hecho. Sabía que reírse de eso era de mala persona, pues alguien que fue importante para él había intentado quitarse la vida y al reírse de eso, no era mejor persona que Lucy.

lunes, 17 de febrero de 2014

Capítulo 9.

-No sé cómo puedes decir eso, Taylor. ¿Tienes idea de lo afortunada que eres por seguir con vida? Hay personas que matarían por tener la mitad de lo que tú tienes -dijo Mike.
-Pues yo no, Mike. Que se lo queden todo, yo no pedí ser quién soy ni estar donde estoy. Y no tengo nada más que decirte.
Taylor cogió sus cosas, dejando la sudadera de Mike tirada en el suelo, y se fue a su casa. No tardó demasiado en llegar, su madre no estaba en casa porque había ido con Amy a cualquiera de las muchas actividades que hacía la hija menor de la familia para llegar a ser igual de perfecta que su hermana Claire y que James. Fue a la cocina a hacerse un chocolate caliente y se encontró con su padre y sus hermanos mayores reunidos allí.
-Buenas noches, Tay -dijo su padre-. Tú siendo tan educada como de costumbre vas y te largas sin saludar a tu hermano y a su novia y sin despedirte de tu madre.
-Iba a verlos de todos modos ¿no? A ellos los iba a ver ahora, porque te estoy viendo Charlie, te estoy viendo y a tu novia la veré luego, si tengo ganas. Y a mamá la veo todos los días. ¿Alguna gilipollez más con la que intenteis echarme una bronca y gritarme durante un rato? -contestó Taylor.
-Te estás volviendo una maleducada, a mí tú no me hablas así ¿lo entiendes? -dijo su padre-. Soy tu padre, no tu amigo. A mí me debes un respeto.
-¡Já! ¡Ahora eres mi padre! Mira, yo jamás sería amiga de semejante gilipollas y, segundo, tú no eres un padre para mí. Puedes ser mi progenitor pero no eres mi padre.
-¿Cómo has dicho? Mira, Taylor, te he consentido muchas cosas durante estos años y todo porque "estabas mal", pero se acabó porque lo único que nos has demostrado a todos es que eres una niñata inmadura que sólo busca atención.
-Claro, atención. Eso mismo. Por eso ni te enteras de cuando entro y cuando salgo, de lo que hago y de lo que no hago, porque lo hago todo para llamar la atención ¿no? Vamos, deja de decir tonterías. 
-Sí, atención, siempre jodiéndonos a todos. Todo porque eres un estúpida. Y es que yo estoy harto porque en estos años lo único que hemos hecho ha sido darte oportunidades y apoyo pero no lo puedes entender.
-¿Cómo? -gritó Taylor-. Apoyo ¿no? Vivo en la familia de "creer en todos" que no cree en mí. No me habéis apoyado en nada, siempre decís lo mismo, nosotros te apoyamos, pero no es cierto. Si fuera una persona que dependiese de vosotros hace tiempo que habría caído en el olvido porque en mis diecisiete años de vida, no he sentido ni una sola vez que, tú, como padre, te interesaras por mí. Pero no te preocupes, ya me da igual. He asumido que prestarle atención a la hija que no sabe hacer nada es demasiado para ti. No te preocupes, no te molestaré más.
Taylor se fue a su habitación maldiciendo para sí a toda su familia y deseando poder largarse de allí cuanto antes. Pero acababa de cumplir diecisiete años y aquella ciudad estaba destruyéndola a ella y a sus sueños y dudaba que pudiera aguantar hasta los dieciocho allí. Cuando los cumpliese se iría, para siempre. Lo tenía clarísimo. Ya no aguantaba a ninguna de las personas que allí había. Tenía muy claro que en cuanto pudiera se iría, le daba igual a donde, pero se iría.También le daba igual de qué iba a vivir. Sólo quería irse de allí.

Mike se fue a casa, tras pasar unas horas sentado junto a la sudadera, aspirando el recuerdo del olor de Taylor. Recordaba el día en que rompieron con demasiada claridad y, tiempo después, veía que se había equivocado monumentalmente y que jamás podría recuperar el amor de Taylor. Cuando llegó al pueblo, sabía que en cuanto viera a Taylor se alegraría y a lo mejor se acordaba de ella una o dos veces pero no creía que fuera a acordarse tantísimo de ella ni que no pudiese dejar de pensar en cómo tenía que haberlo pasado ella para acabar así.
Cuando llegó a su casa, estaban sus hermanos en la cocina con su madre.
-Hola, Mike, oye, tengo que ir a ayudar a tu padre con una cosa... Pero es que tendría que irme unos días y, bueno, no podeis quedaros solos y ayer me encontré con Caroline y me comentó que si queríais podíais quedaros allí con la condición de que no te acercases a Taylor -miró a su hijo mayor-. A mí me pareció muy amable por su parte y le dije que sí, que fuerais y que se lo agradecía mucho. Así que, por favor, vete a coger tus cosas que en media hora me tengo que ir. No me discutas porque no tengo tiempo para eso.
Mary se levantó y dejó a Mike con la palabra en la boca que no le quedó más remedio que subir a su habitación y recoger sus cosas. Cogió ropa para el día siguiente y un pijama, aunque llegaría, cenaría y se iría a dormir y al día siguiente entraría en la casa para coger más ropa y demás. No comprendía por qué su madre no los dejaba solos. No le llevó mucho tiempo coger sus cosas y bajar al recibidor dónde lo esperaban sus hermanos.
-Bueno, vamos.
En casa de la familia de Tay, aquella noche estaban también los dos hijos mayores de Caroline y Jacob así que tendrían que apretujarse en las habitaciones un poco.
-A ver, -comenzó Caroline- tenemos cinco habitaciones y aquí somos diez. Jacob, Claire, Charlie, Marissa, Amy, Mandy, James, Mike, Taylor y yo. La idea que se me ha ocurrido es hacerlo al azar, ya sabeis. Se escriben los nombres de cada uno de vosotros en unos papeles y se meten en un bote, luego se sacan dos y los que salgan duermen juntos. Aunque, obviamente, Charlie, Marissa, Jacob y yo no vamos a participar.
Caroline escribió los nombres de los seis que quedaban y los metió en un bote.
-Veamos-sacó un nombre-, Amy dormirá con Claire -dijo cuando leyó el segundo papel-. James con Mandy y Taylor con Mike -concluyó Caroline.
-Pero ¡mamá! ¿Cómo mierda quieres que duerma con él? -gritó Taylor.
-Buscad la manera.

domingo, 16 de febrero de 2014

Capítulo 8.

Taylor pasó la tarde junto a Claire, dándole apoyo. Obviamente, su hermana iba a pedir el divorcio porque le había pegado una vez, podía hacerlo otra vez. Pero a pesar de los problemas de su hermana, ella ya tenía los suyos propios y el más gordo de ellos tenía nombre. Mike. Desde que Mike la dejó había salido con chicos pero habían sido únicamente líos, nada importante. Esperaba que ahora que toda la familia iba a estar juntos no tuviera que encontrarse con Mike demasiadas veces. Odiaba verle por la calle o por la ventana, odiaba cuando él la miraba porque la ponía nerviosa.
Y se abrió la puerta, Charlie y Marissa acababan de llegar. Qué puta que era Marissa cuando ella y Charlie se conocieron, se ve que el amor de Charlie la cambió mucho porque antes de estar con él se la había chupado a todos los tíos de su instituto y se había tirado a unos cuantos también. Y todo a los quince años. Pero parece ser que en cuanto Charlie la enamoró dejó de ser una puta. Taylor no se creía eso, ella sabía que la gente nunca deja de ser lo que realmente son y Marissa era una puta a los quince años y a los veinte posiblemente siguiera siéndolo, a las espaldas de su futuro marido.
Había demasiada gente en la casa y no se sentía demasiado a gusto allí, así que cogió su mochila y salió por la puerta de atrás. Saltó la valla al jardín de la familia de Mike sin hacer apenas ruido y se deslizó entre los arbustos hasta salir del recinto de la propiedad. Se dirigió al lago, al lugar a dónde siempre iba desde que rompió con Mike. Lo había descubierto el día que le pilló a punto de tirarse a Lucy Meller. Recordaba que había salido de casa completamente emocionada porque sus padres le habían dicho que sí que podía irse de camping con la familia de Mike, que había llamado a la puerta de su casa y que Mary le había dicho que estaba en su habitación, Taylor subió corriendo las escaleras y por el camino se encontró con Amy. Hablaron un poco y ella la acompañó hasta la habitación de su hermano y abrió la puerta de la habitación sin necesidad de llamar. Y allí lo vio, a su novio, su primer amor, a punto de quitarle los pantalones a una de las chicas que se dedicaban a acosarla en el isntituto. Recordaba como él la había mirado, la sonrisa de Lucy, las lágrimas de Amy al darse cuenta de que su hermano era un cerdo. Y recordaba como sintió su corazón romperse. Como salió de allí corriendo, con Mike pisándole los talones y finalmente consiguió darle esquinazo y se metió por el primer camino que encontró. El camino del río y recordó que lloró, durante horas. Que a las tres de la mañana no se sentía con ganas de levantarse y simplemente se recostó en el suelo y se durmió allí.
Habían pasado tres años desde aquello y estaba sentada justo en el mismo lugar dónde lloró durante horas lo que había perdido. Iba a aquel lugar cada vez que necesitaba pensar o, simplemente, alejarse de todo y todos. Se levantó del suelo y se acercó a uno de los árboles que había por allí y trepó hasta la copa, donde había dejado la sudadera de Mike que llevaba aquel día, las fotos juntos que tenía en casa, sus regalos y todo lo que tenía que ver con él y lo tiró al suelo. Acto seguido bajó del árbol y comenzó a examinar todo lo que había allí. Encenció un cigarro mientras miraba un colgante que él le había regalado. Lo tiró al lago sin dudarlo dos veces y lo vio desparecer en el agua. Rompió casi todas las fotos y guardó los trozos en la mochila menos una foto en la que estaban ambos mirándose y sonriendo. Aquella foto la había hecho James cuando ellos no le miraban. Sacó el mechero del bolsillo del pantalón y quemó la foto y, aunque parezca raro, se sintió mucho mejor. Quedaba la sudadera.
-Creo que eso es mío -dijo una voz a su espalda que hizo que se sobresaltara.
-Hola, Mike. Sí, es tuyo, llévatela -se la lanzó a la cara.
-Tú tan educada como siempre, he visto lo que has hecho con esas cosas ¿por qué esperar tres años cuando pudiste hacerlo aquel día?
-Porque aquel día no tuve tiempo¿sabes? Estuve aquí desde las seis de la tarde hasta las tres de la mañana llorando y después dormí aquí y no pensé en hacer esto. Porque aún tenía esperanzas y, aunque hace tiempo que las perdí, no tenía valor para hacer lo que acabo de hacer. Y ahora me siento muchísimo mejor.
-Pues yo ahora no me siento bien. Por cierto, nunca hemos hablado sobre lo que ocurrió aquel día...
-Ni quiero hacerlo, Mike. Han pasado tres años y muchas cosas desde entonces, no tengo por qué hablar sobre eso. Pero, si tú quieres hablar, adelante, habla.
-Verás. Tay, cuando íbamos a hacer un año juntos empecé a sentir algo raro por Lucy Meller, no sé qué era. Creo que me enamoré de ella, pero cuando estaba contigo sentía que tú lo eras todo para mí pero ella me atraía muchísimo y yo...
-No confundas amor con deseo -le interrumpió Taylor.
-Aquel día apareció en mi casa y subimos a mi cuarto, mi madre no sabía que ella estaba allí. James sí. Me dijo que Lucy estaba muy buena que sería idiota si no me liaba con ella. Y bueno, subimos y se quitó la sudadera, llevaba una camiseta que no dejaba mucho a la imaginación. Así que, no sé, pasó y cuando entraste se me vino el mundo encima pero me sentí inmensamente relajado.
-¿Sabías que cuando estábamos juntos contaba los latidos de tu corazón para dormir? ¿Me mordía las uñas hasta el hueso porque tenía miedo de que te pasara algo cuando hacías cosas tontas y peligrosas? Vivía en un sueño y ahora vivo en una pesadilla a la que llamo hogar, por tu culpa. Espero que el juego te hubiese gustado porque se ve que necesitas personas como yo para hacerlas sufrir y tú divertirte. Quizás estábamos teniendo demasiada diversión y quizás tú no podías resistirte a Lucy Meller pero nunca sabrás lo que yo sentí aquel día por tu culpa. Y después de todo, analicé nuestra relación y sentí que tú nunca me amaste -Tay encontraba dificultades para hablar porque estaba comenzando a llorar-. Y en aquel momento lo único que quería era que, por favor, no me quitases tu cariño, que no me quitases lo que éramos porque eras lo único que me mantenía con vida y no quería continuar levantándome sin tus mensajes, sin tus miradas y pocos días después decidí acabarlo todo y si yo signifiqué algo para ti, lo siento mucho, pero tomé una decisión hace tres años y, me arrepiento de haber fallado.

martes, 4 de febrero de 2014

Capítulo 7

Taylor se levantó a las doce de la mañana, le molestó haberse quedado dormida hasta tan tarde. Le gustaba despertarse temprano durante los días de semana porque sabía que estaba sola en casa pues sus padres estaban en el trabajo y su hermana pequeña se iba a casa de sus abuelos. En cuanto recordó que también estaban Claire y su marido Jack decidió que haber dormido hasta tarde merecía la pena por no tener que soportarles. Pero tenía que salir de su habitación para desayunar y para ducharse. Se levantó de la cama y abrió la puerta, comprobó que en el pasillo no había nada y echó a correr hacia el baño para evitar encontrarse con Claire o Jack. Se duchó y se lavó el pelo y volvió a su habitación, también corriendo por el pasillo, para vestirse. Una vez se hubo vestido, se mentalizó de que tenía que bajar a la cocina y que probablemente se encontrase con Claire o, peor aún, con Jack. Bajó las escaleras con cautela y se dirigió a la cocina, y para su desgracia estaba Jack. Odiaba a Jack con toda su alma, un chico diez. Pero únicamente por su físico, porque su personalidad daba asco. Era prepotente y arrogante, se divertía metiéndose con la gente y haciendo daño al resto de la gente. Era el típico chico popular que siempre iba con su novia a todas partes y se dedicaban a insultar a las chicas raras del instituto y a darles palizas a los chicos no populares.
-Buenos días, Taylor-dijo Jack, sonreindo ampliamente.
-Vete al infierno.
-Nunca comprenderé por qué te caigo tan mal, Tay -Taylor se disponía a interrumpir pero él continuó hablando-. No, no hables, espera. Creo que lo sé. Envidia, pura envidia. De mí y de Claire porque somos todo lo que tú jamás serás.
-Jamás querría ser como tú o como Claire ¿y sabes por qué? Porque veo a gente como vosotros todos los días en la calle, en el instituto. Gente que se divierte dándoles palizas a los pobres chicos de gafas, a los que son distintos. Los que se divierten diciéndole a tales personas que le lancen cosas a tal persona porque es rara. Los que le ordenan a todos sus amigos guays y a todos los que desean ser como ellos que no hablen con equis persona porque hace tal cosa o tiene tal cosa que puede ser verdad, pero que generalmente os inventais para joder un poco más la vida de esa persona -mientras Taylor hablaba, Claire había entrado en la cocina y estaba escuchando-. Sois la clase de persona que se mete con la chica rara del insituto y le soltais "Vamos, ríndete, nunca serás lo suficientemente buena." y creeis que haceis un favor a esa persona, pero os equivocais.
>>Sois la clase de persona que tiene mil amigos, pero ninguno verdadero. Sois personas que preferís atacar a alguien y echarle la culpa a otra persona antes que reconocer lo que haceis. Sois la clase de personas que provoca suicidios ¿sabes, Jack? Y que os sintais orgullosos de vuestra época de instituto me parece aún peor -se giró hacia su hermana y la miró a los ojos-. Y tú, Claire, oh, la preciosa Claire que nunca cometía ningún fallo. La que se divertía pegándole patadas en el estómago a Tiffany Adams, ¿crees que no lo sabía? claro que lo sé, hermana. Tiffany Adams jamás te hizo daño pero tú, consideraste que sería muy gracioso empezar a meterte con ella. Espero que te divirtieras. Y me alegro de que lo que le hiciste no te afectase. Porque tú, sí, tú, la de la carita de no haber roto un plato en su vida, firmaste su sentencia de suicidio. Se suicidó por el calvario que hiciste que pasaras. Y su hermana, Ashley, está pasando por lo mismo a manos de chicas como tú.
>>Espero, sinceramente, que vuestro hijo sea víctima de acoso escolar. Seguro que no os hace tanta gracia lo que hacíais cuando se lo hagan a él.
Taylor se fue de la cocina sin haber desayunado pero habiéndose quitado un peso de encima.
Claire observó cómo su hermana se alejaba escaleras arriba y se sintió mal, de pronto. Todo lo que Taylor le había dicho le había sentado como un puñal en el corazón. Pero a Jack le daba igual.
-¿Cómo puedes estar tan tranquilo después de esto?-dijo Claire.
-No tiene razón, simplemte.
-¡Claro que la tiene! Tú y yo fuimos acosadores escolares. Y ahora recuerdo a Tiffany Adams perfectamente. También recuerdo a Jeremy Prinston.
Jack palideció de repente y dejó el desayuno y fue hasta Claire. La miró a los ojos y dijo:
-No vuelvas a hablar de ese chico, ni de Tiffany porque nada de lo que les pasó fue culpa nuestra. Si se suicidaron fue porque quisieron, no porque nosotros les obligásemos. Y tu hermana dice esas cosas porque ella es como Tiffany Adams y, al igual que ella, se muere de envidia y de ganas por ser una chica como tú fuiste y ser algún día una mujer como la que tú eres.
-Que digas que mi hermana pequeña es como Tiffany no me tranquiliza, te recuerdo que Taylor ha intentado suicidarse una vez.
-Pero Taylor no se mató, fue uno de esos intentos de suicidio que su único objetivo era llamar la atención. Nada más. Si hubiese querido morir, hubiera muerto y estaríamos todos mucho mejor.
-Jack-Claire se puso muy seria y miró a su marido con una mirada de infinito odio-, ¿cómo te atreves a decir eso de mi heramana pequeña? ¿Cómo puedes decir semejante cosa? ¡Estás hablando de un ser humano que lo pasaba tan mal que intentó acabar con su vida! ¿¡Tienes la menor idea de lo que eso significa!?
-Significa, Claire, que tu hermana no lo pasaba tan mal si no consiguió morir.
-¡Has dicho que sería mejor que se hubiera muerto! ¿Cómo te atreves? -Claire gritaba cada vez más alto.-¿Tienes idea de lo que significa lo que has dicho? Tú sólo eres un hijo de la gran puta que no te das cuenta de por lo que tiene que haber pasado mi hermana pequeña. El día que tú consigas superar todo lo que ella ha superado quizás, y sólo quizás, la comprendas.
-¿Cómo puedes enfadarte conmigo por decir eso? -gritó Jack- ¡Ha dicho que ojalá nuestro hijo acabe como Tiffany Adams! ¿Sabes lo que eso significa? Y que la pongas por delante de mí me parece repulsivo, tú ahora mismo me pareces repulsiva, igual que la asquerosa de tu hermana pequeña -Jack estaba perdiendo las formas y de pronto golpeó a Claire y la tiró al suelo, no contaba con que Taylor había bajado y lo había visto todo.
-Jack, fuera de aquí. Ahora -dijo Taylor.
-No puedes obligarme, niña.
-Fuera o llamo ahora mismo a la policía -sacó el teléfono del bolsillo.
Jack se avalanzó sobre ella para quitarle el teléfono pero Taylor se movió más rápido y salió corriendo hacia las escaleras con Jack, que era más hábil y casi igual de rápido que ella, pisándole los talones. Consiguió llegar a su habitación y echó el cerrojo mientras llamaba a la policía. Primer golpe, parecía que Jack quería echar la puerta abajo. Taylor estaba cada vez más nerviosa mientras contaba lo que había pasado. La puerta resistiría por mucho que Jack golpeara, así que no se preocupó excesivamente por ella, pero sí por Claire porque estaba embarazada y porque podía haberse dado un golpe que afectase al bebé.
La policía no tardó demasiado en llegar, entraron y esposaron a Jack, permitiéndole a Taylor salir de su habitación y contarles lo que había ocurrido mientras un médico veía a Claire y esperaban a que Caroline y Jacob llegasen a casa. Tay bajó las escaleras y salió a la calle, a ver a su hermana mayor que estaba sentada en la ambulancia, Tay se acercó a ella.
-Siento lo que dije antes, pero..., ya sabes, me molesta mucho que tu marido diga ese tipo de cosas.
-Lo sé, Taylor, lo sé. De todos modos, no te preocupes, después de esto le pienso pedir el divorcio. Y, por como nos casamos, me quedaré con la casa, una pensión para mí y la manutención del bebé. ¿Sabes? Es una niña -Claire sonrió-. Yo prefería una niña a un niño, ya sabes para poder ponerle vestiditos y demás.
-¿Cómo la vas a llamar?
-Al principio quería Chelsea, como la abuela, pero luego pensé y quiero darle un nombre que tenga un motivo bonito por el que sentirse orgullosa de llevarlo. Pensé en Caroline, pero no sé qué ha hecho mamá por mí en todos estos años que no haya sido felicitarme por todos mis logros. Le agradezco a mamá que se haya ocupado de mí como lo ha hecho pero ella siempre me dijo las cosas buenas, nunca las malas. Y, por eso, he decidido que se va a llamar Taylor.

lunes, 3 de febrero de 2014

Capítulo 6.

Taylor llegó a casa muy rápido. Eran ya casi las diez de la noche, así que Tay tenía pensado coger algún refresco, subir a su habitación, poner música, coger su ordenador y relajarse. Pero no contó que en aquel momento sus padres ya habían llegado a casa y ambos estaban en la cocina.
-Hola, Tay -dijo su padre-. ¿Sabes? Me he encontrado con Mary Turner.
-Yo me he encontrado con su hijo, el del medio, que ahora no me acuerdo de cómo se llama. Pero, vamos al grano, está muy desmejorada y su hijo está muy guapo. ¿Cuántos años tiene? ¿Quince? Bueno, eso no es lo importante. Me ha contado cosas, como que estuvieron aquí hoy por la tarde y que tú los echaste. Por favor, explícame por qué te dedicas a dar tan mala imagen de nuestra familia, porque no lo entiendo -dijo su madre.
-Porque, mamá, el impertinente de su hijo mayor hace preguntas que no son de su incumbencia y me he visto forzada a echarlos de aquí. Así de sencillo -replicó Taylor.
-Dios, Taylor, qué bien hablas -dijo Mandy, que acababa de entrar en la cocina-. Yo vi a Amy por la ventana, pero supongo que ella no me vio a mí. No sé si quiero volver a ser su amiga ¿Sabes, Taylor?
-Querida Mandy -comenzó Taylor mientras cerraba la nevera tras coger un refresco-, no me importa una mierda tus movidas con la hija de los Turner. Buenas noches.
Taylor salió de la cocina y mientras subía las escaleras oyó la puerta y la voz de Claire y de Jack, el estúpido marido de su hermana mayor. Cómo los odiaba a todos, no comprendía por qué Claire era tan maravillosa por encomendar su vida a un hombre y no hacer nada más. En su opinión era una persona más digna de orgullo su hermano Charlie o ella misma que Claire. Entró en su habitación y echó el cerrojo para que nadie la molestara. Y fue inteligente al echar el cerrojo pues al cabo de unos minutos llamaron a la puerta.
-Taylor, hola -dijo una voz burlona a través de la puerta-. Oh, vamos, sabemos que estás despierta, haces mucho ruido.
-Me alegro mucho por vosotros, buenas noches, dejadme en paz -dijo Taylor, cortante.
-Tay, por favor -dijo su hermana-, somos tu familia, queremos verte... Sal, por favor.
Un silencio frío fue lo único que obtuvieron por respuesta. Esperaron allí durante quince minutos durante los que escucharon ruidos de pasos y de movimiento de cosas de un lado para otro. Cuando llegaron a la conclusión de que Taylor no les iba a abrir la puerta se fueron.
Una vez Tay se dio cuenta de que su hermana y su marido se habían ido, puso un disco en el equipo de música y cogió su ordenador para conectarse a Skype. Por suerte, Clarissa estaba conectada también. Quería hablar con ella para contarle todo lo que había pasado con Mike, pero no sabía si debía hacerlo, ya que ella era amiga de Mike del instituto. Al final desistió y apagó el ordenador.

Mike trató de dormir pero no fue capaz, y continuó intentándolo hasta que se rindió. Se levantó de la cama y fue a comer algo. En la cocina estaba su hermano James.
-Hola, tío -dijo James-. ¿Qué te ocurre?
-Taylor. Hay algo en ella que..., no sé, me desconcierta. Ella siempre fue tan abierta, tan curiosa, tan alegre, y ahora... No sé. A ver, obviamente, sabía que ella iba a cambiar tampoco esperaba que tanto... No sé, James. Esperaba otra cosa.

lunes, 20 de enero de 2014

Capítulo 6.

Taylor esperó a que se fueran y luego subió corriendo a su habitación y se dejó caer sobre la cama. Miró al reloj, aún era temprano. Tenía tiempo. Se puso unas converse y cogió otra sudadera. Bajó las escaleras hasta el sótano, cogió su mochila dónde guardaba su reproductor de música, el tabaco y las llaves y volvió a subir las escaleras hasta la planta baja. Cogió el móvil que había dejado sobre la mesa del salón y se fue. Caminó lo más rápido que pudo, dio la vuelta a la manzana y tomó un pequeño camino que estaba un poco escondido entre algunas casas.

Mike salió al jardín delantero y vio a Tay salir casi corriendo de casa e irse por un camino entre las casas, recordaba ese camino de cuando vivía allí pero nunca supo a dónde llevaba. Ya era hora de averiguarlo. Salió caminando por el mismo camino por dónde ella había ido. Y se dejó llevar por dónde su instito le había dicho que ella fue. Siguió el ruído de los pasos de Tay y finalmente la encontró, sentada junto a un lago, descalza. Le pareció más hermosa allí sentada que cuando se maquillaba.
Tay tenia los auriculares puestos y parecía completamente ajena al mundo, exceptuando el cigarrillo que se estaba fumando. Mike se sintió como el día que la vio por primera vez cuatro años atrás. Deseó abrazarla con fuerza y besarla, deseó decirle cuanto la había echado de menos y deseó contarle lo de su sueño.

Taylor estaba tranquila, escuchando música y fumando hasta que sintió que había alguien allí, mirándola. No le llevó demasiado tiempo darse cuenta, las personas solitarias se dan cuenta de cuando hay alguien clavando la mirada en ellas. Actuó con naturalidad, sin alterar un ápice su actitud, tranquila. Finalmente giró la cabeza y vio allí a la última persona a la que quería ver junto a ella, Mike.
-¿Qué quieres? -su voz sonó fría y congeló los pensamientos de Mike en un segundo.
-Hablar, y de aquí no puedes echarme.
-Pero puedo irme.
-Tienes razón, pero, en el fondo, quieres hablar conmigo. Todas las chicas quereis respuestas de porqué os dejamos como lo hacemos a veces -Mike se sentó junto a ella.
-Yo ya no las quiero, ¿sabes? Tenía muchísimas preguntas pero ahora ya no quiero saber por qué lo hiciste. Vamos a poner las cartas sobre la mesa ahora -se sacó los auriculares- nunca quise besarte y jamás quise que lo nuestro significara tantísimo para mí. Y quería que te mantuvieras siempre junto a mí. Intenté tantísimas veces buscar una puta explicación a lo que pasó entre nosotros, por qué me dejaste, por qué a mí me dolió y a ti no. Cuando trataba de olvidarte sólo conseguía recordarte y extrañarte más. No sé, hay veces, Mike, que creo que lo nuestro fue amor de verdad y que lo perdimos todo pero hay otras pienso que no me quisiste en absoluto...
-Tay, tú hiciste que...
-No -le interrumpió ella-, jamás digas que yo me fui, que yo provoqué que lo nuestro acabara porque sabes que es mentira. Jamás tengas el valor de decirme que lo que pasó entre nosotros fue culpa mía. Quizás algún día pero no hoy admitiré que quizás fue culpa mía, que quizás yo me alejé, que quizás yo desconfié demasiado de ti y que quizás yo te alejé de mí.
Mike la miró a los ojos, vio en ellos un mar de infinita tristeza. Se dio cuenta de lo mal que lo tuvo que pasar cuando lo dejaron.
-¿Qué te ha pasado? Siempre fuiste tan... fuerte, Tay.
-Me volví débil.
-Siempre odié ese hábito tuyo -dijo sonriendo y señalando al pitillo que se consumía entre sus dedos.
-Bueno, hay que joderse, cada uno tiene sus manías -Tay sonrió.
-Quiero contarte algo, Taylor. Hace poco, comencé a tener un sueño. Éramos una chica y yo, ya sabes, en un parque y demás. Parecíamos felices y cuando yo me iba ella..., se levantaba y me mostraba unos brazos llenos de cortes y cicatrices...-Mike observó que Taylor se tocaba los brazos-, me llevó bastante tiempo darme cuenta de quién era la chica, hasta hace unos días. Eras tú, Taylor y dios, cuando pensé que quizás tú estabas muerta..., no sé, sentí como mi corazón se rompía en mil pedazos.
Taylor lo miró sin decir nada durante mucho tiempo, abrió la boca varias veces pero ne ningún momento parecía dispuesta a decir nada. Hasta que finalemente cuando casi comenzó a hablar, sonó su teléfono. Se levantó, cogió sus cosas y se fue. Dejando a Mike allí solo, mirándola alejarse entre los árboles. Él se levantó al cabo de un rato y se dirigió a casa, se duchó y se fue a su habitación a escuchar música. No podía comprender que Tay no quisiera ya respuestas, ella siempre había sido de las que preguntaba mucho y acerca de todo. Miró por la ventana y allí la vio, en su habitación, poniendo un disco en el equipo de música y dejando sonar a todo volumen la melodía. Mike no quería que ella se sintiera observada así que corrió la cortina y se dispuso a dormir, pero las palabras de Tay no dejaban de darle vueltas a la cabeza. No sabía nada de cómo podía no querer respuestas. Ella, que siempre había preguntado por todo, la misma chica que tenía que saber la razón de todo, no quería respuestas. Y eso dejaba algo extrañado a Mike, pero decidió intentar dejar de darle vueltas y disponerse a dormir.

miércoles, 8 de enero de 2014

Capítulo 5.

Mike no creyó lo que veía, era ella, Taylor. Qué guapa estaba y qué sombría. Estaba completamente vestida de negro y le llegaba una melodía escalofriante desde la habitación de ella. Bajó corriendo las escaleras y fue a buscar a James, a su madre y a Amy.
-Es ella, es ella, está viva, mamá. ¡Está viva! -dudaba entre si reír o llorar, pero estaba eufórico, de ver que ella seguía con vida.
-¿Dónde viven? -preguntó su madre.
-En la casa de en frente de nuestro jardín trasero.
Su madre asintió con la cabeza y salió de casa, seguida de sus tres hijos hacia la casa de la familia de Taylor. No les costó mucho reconocer la casa, no había cambiado casi nada, salvo que la habían vuelto a pintar. Llamaron a la puerta con decisión. Se abrió y, esperando ver a Caroline, vieron a Taylor.
-Buenos..., buenos días, Taylor -dijo Mary, la madre de Mike.
-Buenas tardes -respondió ella fríamente.
-¿Están tus padres?
-No. ¿Qué queréis? -Taylor estaba muy nerviosa, sentía que de un momento a otro las piernas le iban a fallar y se iba a caer al suelo.
-Queríamos hablar con tus padres... Supongo que te acuerdas de James y de Amy -Mary sonrió, agradablemente y pareció que Taylor se relajaba.
-Sí, sí me acuerdo, pero Amy estaba mucho más pequeña. Pasad -les hizo un gesto para que entraran en la casa.
Entraron y cerraron la puerta tras de ellos. Taylor los guió hasta la gran sala de estar que había en el piso superior. A Mary siempre le había dado algo de envidia el nivel de vida de la familia de Taylor, pero sus padres trabajaban mucho y casi no veían a sus hijos. Todo tiene un precio y ella siempre había preferido quedarse con sus hijos por las tardes y ganar un sueldo normalillo a tener que trabajar muchísimas horas y llevar mucho dinero a casa. Se sentaron en los sillones y Taylor bajó las escaleras hacia la cocina a buscar algo de café para todos. Además, necesitaba relajarse. Volvió con una bandeja con cinco tazas de café y todo lo necesario para prepararlo.
-¿Cómo están tus hermanos? -preguntó James mientras Tay servía el café. Hizo un gesto para que la disculparan y salió escaleras abajo a por un refresco para Amy y otro para James, pues creía que a ellos no les gustaría el café. Cuando volvió les entregó los refrescos.
-Están bien. Claire está casada, está embarazada. Charlie está prometido y bueno, es feliz. Mandy está como siempre, pija, pequeña -dijo una vez se hubo sentado.
-Oh, tu hermana se casa, ¿con aquel chico con el que estaba hace cuatro años? -Tay asintió con la cabeza-. Hacían una bonita pareja.
-Van a venir de visita dentro de unos días, les diré que se pasen por tu casa, si quieres verles.
-Sería un placer, Tay -Mary sonrió.
Un silencio se estableció en la sala, Mike tenía la mirada fija en los brazos de Tay, que estaban cubiertos con una sudadera.
-Estás muy guapa, Tay -Amy, finalmente, rompió el silencio.
-Muchísimas gracias, Amy, tú también -dijo Tay sonriendo- ¿cómo estais vosotros?
-Bueno, Amy empezará ahora secundaria, James la terminará este año y veremos si Mike consigue pasar de curso esta vez -dijo mirando a su hijo mayor, Tay esbozó una media sonrisa- ¿Y tú, cómo estás?
-¿Yo? Cómo siempre, bien. Las cosas han cambiado mucho, pero estoy bien. Ahora estoy bien.... ¿Estais aquí por un traslado de tu marido?
-Sí, como siempre, vamos de ciudad en ciudad, pero así siempre conocemos a gente nueva y lugares interesantes. ¿Y hay alguien importante en tu vida?
-No, ni ganas tengo -Tay iba a subirse una de las mangas de la sudadera a causa del calor, pero a medio camino la bajó rápidamente, a pesar de su velocidad, Mike vio la cicatriz y se levantó.
-¿Podemos hablar, en privado, Tay? -Tay asintió con la cabeza y salió de la sala, en dirección a su habitación.
Una vez allí, Mike observó todos los libros que tenía Tay, sus discos. Su armario, abierto, mostrando únicamente ropa negra. No había fotos de ella, ni de pequeña si quiera. Mike se armó de valor para decirle lo que le iba a decir, cogió la muñeca izquierda de Tay y levantó la manga de su sudadera dejando al descubierto una cicatriz que iba desde la muñeca hasta la zona dónde se flexiona el brazo.
-¿Me vas a contar por qué te has hecho esto?
-Fuera de mi casa, ahora.
Mike salió de la habitación y fue a buscar a su familia y se fueron todos, sorprendidos de que ella les echara por una inocente pregunta de Mike. Comprendían que a ella no le gustara hablar sobre ello pero sólo estaban preocupándose por ella.

Capítulo 4.

Taylor miró a su madre, asombrada, no podía creerse nada de lo que le estaba diciendo. No podían volver, ahora que ya casi lo tenía superado. No, no, no, no podían. Pero tenía que ser fuerte. Y lo sería.
-¿Cuándo llegarán?
-Mañana, a la hora de comer.
-Bien, con suerte no tendré que verle hasta que empiecen las clases. Aún tengo un mes para mentalizarme.
Caroline miró a su hija con cariño, no se podía creer nada de lo que estaba ocurriéndole a la pobre. Tenía que ser muy duro todo lo que le había pasado con aquel chico, además de las cosas que incluyó en su nota del intento de suicidio. Desde luego, tenía sus razones para querer acabar con su vida, y Caroline lo sabía. Tay no era feliz. Nunca lo fue. Siempre fue una niña alegre, feliz, que compartía con alegría la vida con sus hermanos pero cuando vio que a medida que pasaban los años nadie le hacía caso, se fue volviendo más independiente y callada, hasta llegar al punto de que había veces que ni sus padres se enteraban de si estaba en casa o no. Sus padres siembre había estado pendientes de sus otros hermanos, por distintos motivos.
Eran cuatro hijos, Claire, la mayor, tenía casi treinta años y ya estaba casada y esperaba un hijo. Sus padres siempre habían estado muy orgullosos de ella, porque de pequeña siempre hacía las cosas bien, nunca se peleaba con nadie, era educada, cariñosa, tranquila. Siempre sacó buenas notas en el colegio y eso que, ni de lejos, era la más lista de los cuatro. Pero estudiaba y siempre quería contentar a sus padres. Claire era guapa, así que encontró un novio rápido, un novio que hizo mucho dinero gracias a una empresa familiar. Se casó con ese chico y ahora vivía muy bien. Sus padres la consideraban una triunfadora.
Luego estaba Charlie, el único hijo varón. Otro hijo del que sentirse orgullosos, siempre sacaba buenas notas, pues era muy aplicado e inteligente. Era guapo y nunca tenía problemas de estar con chicas, además, era agradable y tenía muchísimos amigos. Tenía diecinueve años y estaba prometido con una chica de buena familia, con la que llevaba casi cinco años saliendo. Si sus padres presumían de hijos siempre era de Charlie y de Claire.
La pequeña de todas, Mandy, tenía once años. Siempre daba algún problema, pero era cariñosa, dulce y agradable. Un amor de niña, decían sus padres. Probablemente, cuando fuera más mayor sería otro orgullo.
Y luego, estaba Taylor. El fracaso como padres. Todos los padres tienen alguno, en mayor o menor medida. Algo que no sale bien en alguno de sus hijos, pero con Taylor, fue toda ella lo que no les salió bien. Querían otra hija como Claire, pero no fueron capaces, teniendo en cuenta que cuando nació Mandy dejaron de hacerle caso, Tay se convirtió en una niña completamente independiente, no necesitaba a sus padres para resolver ninguno de sus problemas y nunca recurría a ellos, para nada. Con los años se convirtió en una adolescente solitaria, no salía de casa y casi no tenía amigas. Sombría y descariñada, nunca salía de casa, no socializaba y no parecía importarle demasiado. Realmente, nada le importaba. Sólo le importaba su música. Una de las cosas que Tay le agradecía a la vida, era haber puesto en su camino una foto de una cantante, que posteriormente buscó en internet y resultó ser cantante de rock. Así comenzó a escuchar aquella música que sus padres calificaban como demoníaca pero que, probablemente, fuera la razón de que no volviera a intentar suicidarse.
Caroline salió de la habitación, tenía que llevar a Mandy a clase te tennis, así que dejó que Tay fuera mentalizándose de cómo iban a ser las cosas a partir de aquel momento.
Se levantó de la cama y se acercó a la ventana, le gustaba la casa que se veía desde allí, desde su ventana, que daba al jardín trasero de su casa, también veía el jardín trasero de la otra casa, que estaba abandonada. Aunque juraría que en los últimos días había visto pasar a bastante gente por allí. Vio cómo se movían las cortinas de la ventana que estaba frente a la suya, pero no le dio importancia y se puso a buscar uno de sus CD's favoritos por la habitación. Una vez lo encontró, lo puso y se dejó llevar por la voz del cantante, sintió una mirada en la espalda. Se giró, y allí le vio. Mike Turner, la persona a la que más odiaba en el mundo. Se quedó mirándole fijamente, mientras él tampoco apartaba su mirada de ella. No aguantaba verle, así que corrió las cortinas y despareció del campo de vista del chico.