-No sé cómo puedes decir eso, Taylor. ¿Tienes idea de lo afortunada que eres por seguir con vida? Hay personas que matarían por tener la mitad de lo que tú tienes -dijo Mike.
-Pues yo no, Mike. Que se lo queden todo, yo no pedí ser quién soy ni estar donde estoy. Y no tengo nada más que decirte.
Taylor cogió sus cosas, dejando la sudadera de Mike tirada en el suelo, y se fue a su casa. No tardó demasiado en llegar, su madre no estaba en casa porque había ido con Amy a cualquiera de las muchas actividades que hacía la hija menor de la familia para llegar a ser igual de perfecta que su hermana Claire y que James. Fue a la cocina a hacerse un chocolate caliente y se encontró con su padre y sus hermanos mayores reunidos allí.
-Buenas noches, Tay -dijo su padre-. Tú siendo tan educada como de costumbre vas y te largas sin saludar a tu hermano y a su novia y sin despedirte de tu madre.
-Iba a verlos de todos modos ¿no? A ellos los iba a ver ahora, porque te estoy viendo Charlie, te estoy viendo y a tu novia la veré luego, si tengo ganas. Y a mamá la veo todos los días. ¿Alguna gilipollez más con la que intenteis echarme una bronca y gritarme durante un rato? -contestó Taylor.
-Te estás volviendo una maleducada, a mí tú no me hablas así ¿lo entiendes? -dijo su padre-. Soy tu padre, no tu amigo. A mí me debes un respeto.
-¡Já! ¡Ahora eres mi padre! Mira, yo jamás sería amiga de semejante gilipollas y, segundo, tú no eres un padre para mí. Puedes ser mi progenitor pero no eres mi padre.
-¿Cómo has dicho? Mira, Taylor, te he consentido muchas cosas durante estos años y todo porque "estabas mal", pero se acabó porque lo único que nos has demostrado a todos es que eres una niñata inmadura que sólo busca atención.
-Claro, atención. Eso mismo. Por eso ni te enteras de cuando entro y cuando salgo, de lo que hago y de lo que no hago, porque lo hago todo para llamar la atención ¿no? Vamos, deja de decir tonterías.
-Sí, atención, siempre jodiéndonos a todos. Todo porque eres un estúpida. Y es que yo estoy harto porque en estos años lo único que hemos hecho ha sido darte oportunidades y apoyo pero no lo puedes entender.
-¿Cómo? -gritó Taylor-. Apoyo ¿no? Vivo en la familia de "creer en todos" que no cree en mí. No me habéis apoyado en nada, siempre decís lo mismo, nosotros te apoyamos, pero no es cierto. Si fuera una persona que dependiese de vosotros hace tiempo que habría caído en el olvido porque en mis diecisiete años de vida, no he sentido ni una sola vez que, tú, como padre, te interesaras por mí. Pero no te preocupes, ya me da igual. He asumido que prestarle atención a la hija que no sabe hacer nada es demasiado para ti. No te preocupes, no te molestaré más.
Taylor se fue a su habitación maldiciendo para sí a toda su familia y deseando poder largarse de allí cuanto antes. Pero acababa de cumplir diecisiete años y aquella ciudad estaba destruyéndola a ella y a sus sueños y dudaba que pudiera aguantar hasta los dieciocho allí. Cuando los cumpliese se iría, para siempre. Lo tenía clarísimo. Ya no aguantaba a ninguna de las personas que allí había. Tenía muy claro que en cuanto pudiera se iría, le daba igual a donde, pero se iría.También le daba igual de qué iba a vivir. Sólo quería irse de allí.
Mike se fue a casa, tras pasar unas horas sentado junto a la sudadera, aspirando el recuerdo del olor de Taylor. Recordaba el día en que rompieron con demasiada claridad y, tiempo después, veía que se había equivocado monumentalmente y que jamás podría recuperar el amor de Taylor. Cuando llegó al pueblo, sabía que en cuanto viera a Taylor se alegraría y a lo mejor se acordaba de ella una o dos veces pero no creía que fuera a acordarse tantísimo de ella ni que no pudiese dejar de pensar en cómo tenía que haberlo pasado ella para acabar así.
Cuando llegó a su casa, estaban sus hermanos en la cocina con su madre.
-Hola, Mike, oye, tengo que ir a ayudar a tu padre con una cosa... Pero es que tendría que irme unos días y, bueno, no podeis quedaros solos y ayer me encontré con Caroline y me comentó que si queríais podíais quedaros allí con la condición de que no te acercases a Taylor -miró a su hijo mayor-. A mí me pareció muy amable por su parte y le dije que sí, que fuerais y que se lo agradecía mucho. Así que, por favor, vete a coger tus cosas que en media hora me tengo que ir. No me discutas porque no tengo tiempo para eso.
Mary se levantó y dejó a Mike con la palabra en la boca que no le quedó más remedio que subir a su habitación y recoger sus cosas. Cogió ropa para el día siguiente y un pijama, aunque llegaría, cenaría y se iría a dormir y al día siguiente entraría en la casa para coger más ropa y demás. No comprendía por qué su madre no los dejaba solos. No le llevó mucho tiempo coger sus cosas y bajar al recibidor dónde lo esperaban sus hermanos.
-Bueno, vamos.
En casa de la familia de Tay, aquella noche estaban también los dos hijos mayores de Caroline y Jacob así que tendrían que apretujarse en las habitaciones un poco.
-A ver, -comenzó Caroline- tenemos cinco habitaciones y aquí somos diez. Jacob, Claire, Charlie, Marissa, Amy, Mandy, James, Mike, Taylor y yo. La idea que se me ha ocurrido es hacerlo al azar, ya sabeis. Se escriben los nombres de cada uno de vosotros en unos papeles y se meten en un bote, luego se sacan dos y los que salgan duermen juntos. Aunque, obviamente, Charlie, Marissa, Jacob y yo no vamos a participar.
Caroline escribió los nombres de los seis que quedaban y los metió en un bote.
-Veamos-sacó un nombre-, Amy dormirá con Claire -dijo cuando leyó el segundo papel-. James con Mandy y Taylor con Mike -concluyó Caroline.
-Pero ¡mamá! ¿Cómo mierda quieres que duerma con él? -gritó Taylor.
-Buscad la manera.
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