Ashley, Matthew y Taylor fueron expulsados tres, aunque sus padres no se opusieron a la expulsión consideraban que no tenía sentido. Y estaban tomando medidas todos los padres de adolescentes acosados en el instituto. Taylor pasó los tres días durmiendo y preparándose para la que le caería el día que volviera a clase. No había visto a Mike ni una sola vez en aquellos tres días y eso que ya no le evitaba, parecía que era él quién la evitaba.
El día antes de volver a clase, Taylor estaba sola en casa, viendo la televisión cuando llamaron al timbre. No podía ser su hermano, que estaba en Miami, ni Claire, ni Mandy que estaba en clase y sus padres estaban trabajando. Fue hasta la puerta y a través de la mirilla vio a la señora Turner.
-Buenos días, señora Turner -dijo Taylor amablemente.
-Hola, Taylor.
-Mis padres no están...
-Lo sé, venía a hablar contigo, ¿puedo pasar?
Taylor le hizo un gesto para que entrara y se dirigiera al salón, Mary se sentó en una butaca frente al sofá, en el cual se sentó Taylor, y antes de comenzar a hablar pensó bien en lo que iba a decir y en como lo iba a decir.
-Taylor, sé que no debería pedirte nada de esto pero necesito que me hagas un favor. Tú tuviste problemas con mi marido porque Mike te pidió que entraras en su cuenta de correo, a dónde le habían mandado un email los profesores... -Mary la miró, para asegurarse de que le estaba prestando atención-, verás, me gustaría que entraras en el ordenador de Mike. Tiene contraseña, y todo en sus archivos está protegido..., por favor.
-Puedo hacerlo, sólo necesito su ordenador. Con lo simple que es Mike, no será muy complicado averiguar su contraseña.
Mary asintió con la cabeza y salió del salón y se dirigió a su casa, a por el ordenador portátil de su hijo. Volvió al cabo de cinco minutos y le entregó el ordenador a Taylor, no le llevó mucho tiempo poner la contraseña.
-Já, Mike, qué simple eres. Demasiado para mí. Contraseña1234 es la contraseña más usada por todo el mundo y al mismo tiempo, la última en la que suele pensar la gente. Bien ¿qué se supone que buscamos?
-Cualquier cosa que me explique que le pasa a Mike. No se separa del ordenador y cada día está más distinto.
-No hace falta ser un genio para saber qué le pasa, señora Turner. Mike se está enamorando y en su historial sólo hay visitas al perfil de Facebook de Lucy Meller. Está tanto con el ordenador porque chatea con ella, podría entrar a ver sobre qué hablan, pero no voy a hacerlo. Señora Turner, el cambio que va a dar su hijo, es para mejor. Se lo aseguro -Taylor sonrió.
-A veces, me pregunto por qué Mike te dejó. Eras perfecta para él.
Taylor sonrió con cariño, comprendía que la madre de Mike la prefieriera a ella que a Lucy, después de todo lo que se decía sobre Lucy Meller entre las madres del pueblo. Taylor se ponía siempre melancólica siempre que recordaba a Mike.
Recordaba como el día siguiente a la ruptura se había tumbado en la cama y le había echado de menos, más de lo que nunca admitiría, echó de menos sus abrazos. Aquellos abrazos que la habían hecho sentirse segura. Recordó que observó la noche pasar y que no era lo mismo sin él. Recordaba que no le hacía daño el silencio que había al haber desaparecido sus conversaciones de medianoche, hasta que miraba sus manos y se sentía triste porque entre los espacios entre sus dedos, encajaban los de Mike perfectamente. Aquella fue de las noches más duras de su vida, ya que por primera vez en un año, no tuvo con quién hablar a medianoche, mirando las estrellas. Pasaban los días y sentía que tendría que acabar buscando el reposo en algo que no fuera dormir porque cada vez que intentaba dormir la nostalgia la calaba hasta los huesos y, que cuando pasaba eso, bajaba al porche y pensaba en los buenos momentos, porque así no se sentía tan sola. Los meses pasaron y, cuando por fin fue feliz de nuevo pensó en él, si su voz pudiera volver al pasado, le susurraría a Mike que desearía que estuviera allí con ella.
Una sonrisa afloró, tenía cariño hacia Mike, en cierto modo, porque la había ayudado a darse cuenta de que no necesitaba a nadie para ser feliz. Pasó la mañana pensando sobre el tema de Mike, no le dolía recordarle, es más, le gustaba. El sonido del autobús del isntituto la sacó de sus pensamientos, miró por la ventana y vio bajarse a Mike. En vez de entrar, Mike fue hasta el jardín trasero y se sentó en el suelo. Sacó un cuaderno de la mochila, no parecía nada que tuviera que ver con el instituto. Le observó. Siempre le había llamado mucho la atención que a Mike se le podía mirar fijamente mucho tiempo, que él no se enteraba.
Mike sacó un lápiz de su mochila y comenzó a dibujar. Desde que él y Taylor rompieron, le había ayudado mucho dibujar para expresar sus sentimientos. Pensó en Taylor y decidió dibujarla con el moño a un lado de la cabeza que se hacía cuando no pensaba salir de casa o cuando tenía que concentrarse, con su sudadera y sus pantalones de chándal. Así la dibujó. Vio que Taylor salía por la puerta trasera y se acercaba a la valla que separaba las dos casas. La miró fijamente, llevaba el moño de su dibujo y parecía que aún estaba en pijama. La miró y sonrió, era imposible no encontrar a Taylor guapa.
-¿Qué haces? -preguntó ella.
-Dibujar, ¿estabas espiándome?
-No -Taylor se rió-. Pero te he visto desde mi ventana y me has llamado la atención. Por cierto, me ha mandado Frank un mensaje de que estás saliendo con Lucy Meller, enhorabuena.
-Cruza la valla, anda -dijo Mike.
Taylor dio un salto por encima de la valla sin ningún esfuerzo, lo que demostraba que había tenido que cruzarla más veces para no tener que salir por el jardín de alante. Se sentó a su lado y miró el dibujo mientras se llevaba una mano al pelo recogido.
-Es bonito -dijo.
-Eres tú, bueno, no, eres tú hace tres años.
-Es bonito de todos modos.
-Ya -contestó Mike-. Gracias por la enhorabuena, Lucy es buena chica, en serio. No sé, me gusta. Ha cambiado.
-No tienes que convencerme, Mike, con que tú creas eso es más que suficiente.
-A veces pienso que no me equivoqué al hacer lo que hice, en momentos como estos sí que pienso que me equivoqué monumentalmente.
-No me dejaste, rompimos porque me pusiste los cuernos, pero eso es agua pasada -dijo Tay, mientras se recostaba en la hierba-. Mañana tengo que volver a clase.
-Es verdad, que te has pasado tres días en casa -se tumbó junto a ella-. También vuelven Ashley y el chico aquel.
-Matthew, sí. La verdad es que es más agradable de lo que parece. Aunque no es una persona que llame mucho la atención, probablemente hasta el día que pasó aquello, ni siquiera sabías que existía.
Mike la miró, sí que sabía que existía. Porque a finales de agosto, cuando iba con algunos tíos del instituto, se lo habían encontrado y ellos le habían dado una paliza y Mike no hizo absolutamente nada por evitarlo, como hacía unos días había hecho con Tay. Se sentía sucio y rastrero por hacer lo que hacía. Volvió a mirarla, estaba con el cuaderno, viendo los muchos dibujos que había hecho de ella y de como creía que estaba. Sintió mariposas cuando ella giró la cabeza y le sonrió, lo cual no era una muy buena señal. Taylor se debió de dar cuenta de lo que Mike acababa de sentir porque se había puesto de pie y caminado hasta la valla.
-Tengo que irme, mi hermana debe de necesitarme. Muy bonitos dibujos, un día tienes que enseñármelos con más calma -Taylor saltó la valla y entró en la casa, dejando a Mike mirando al vacío.
jueves, 27 de febrero de 2014
Capítulo 13.
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