jueves, 27 de febrero de 2014

Capítulo 12.

La directora llamó a los padres de Taylor para que fueran a recogerla al colegio por habérsela armado de semejante manera en la presentación del curso. No le gustaba que los alumnos la llamaran mentirosa, pero tampoco le solía afectar porque no mucha gente podía secundarles. Pero aquel día, medio instituto había secundado a Taylor. También llamaría a los padres de Matthew Sullivan  y a los de Ashley Adams. No iba a dejar que aquellos tres irrespetuosos se fueran de rositas. Sabía que desde luego, muchos padres se quejarían de la situación del instituto en cuanto al acoso escolar. Cierto que ella sabía que muchos de sus alumnos estaban siendo acosados por los del equipo de fútbol y por chicas como Lucy Meller. Pero esos acosadores eran personas que le daban al instituto prestigio, ya fuera por el equipo de fútbol que nunca perdía o por las notas que sacaban. Expulsarles serían malo para el instituto. Y eso era lo que preocupa a Alexandra Parker. La reputación de su instituto. De todos modos sabía que en cuanto padres de chicos acosados se enterasen de ello, algunos tomarían medidas. No tenía miedo a una panda de padres enfadados, pero sí tenía miedo a padres en la junta de educación, a avogados y a padres con dinero e influencias.
Los padres de Taylor no tardaron en llegar y llevársela a casa, no parecían en absoluto enfadados. Sabían por lo que estaba pasando su hija y estaba segura de que Taylor les había llamado en lo que iba al baño para contarles la historia un poco distorsionada a su favor. Se fueron sin decir nada, entonces se dispuso a llamar a los Adams y a los Sullivan. Sabía que si llegaban los Adams antes podría largarlos diciéndoles que tenía que atender a los Sullivan y viceversa. Mientras hablaba con las familias, echó un vistazo en los asientos junto a la puerta de su despacho, dónde estaban sentados Ashely y Matthew, que no paraban de reírse.
-No tengo miedo de la reacción de mis padres -oyó decir a Ashley-. Saben que en este instituto se hace bullying, ya sabes, lo pasaron con mi hermana. Pero tenían pensando denunciarles si me pasaba a mí esto. Nunca se lo he contado porque les recuerda el tema de mi hermana y duele.
-¿Fue enteramente por el acoso lo de tu hermana?
Alexandra tuvo que volver a entrar en su despacho porque le habían contestado finalmente al teléfono, pero escuchaba sus voces, aunque no podía saber qué decía.
-Eso dijo en su nota. Pero se enamoró de un chico popular que fingió que la quería, se la tiró, y luego le hizo putadas varias. Unas de las personas que las acosaban eran Claire y Jack, la hermana de Taylor y su marido. Es sorprendente que Taylor pueda ser tan buena persona viniendo de esa familia de víboras.
Matthew la miró, no entendía mucho sobre Ashley Adams. Y menos aún sobre Taylor Farrell. Pero sabía que había estado saliendo con Mike Tuner, que era guapa, que se había intentado suicidar. Sabía que iba al mismo lugar al que iba él para estar sola. Sabía eso, pero no la conocía como persona.
-¿Qué tiene Taylor que la hace tan misteriosa? -preguntó Matthew.
-Pues verás-comenzó Ashley-, es reservada y es muy difícil conocerla. Es amiga de sus amigos pero no conviene tenerla como enemiga. Antes no era así, recuerdo a Taylor hace cuatro años, antes de Mike. Era rubia ¿sabías? Y muy morena por el sola. Siempre se estaba riendo, pero se notaba que era algo falso. No sé como todo el mundo pensaba que era feliz, cantaba muchísimo que era falso. Cuando llegó Mike sí que empezó a parecer feliz de verdad, pero poco a poco fue perdiendo la vitalidad. Era gordita de aquella, de eso sí que me acuerdo. Cuando él la dejó, se comenzó a marchitar, a apagarse. Dejaba de salir a la calle, entre clase y clase desaparecía y en la hora de la comida era imposible encontrarla. En aquel verano llegó el intento de suicidio y tres días después de que ella intentara eso, los Turner se fueron. Taylor no habla de ello, pero fue porque su familia habló con ellos y el padre de Mike pidió un traslado, dijo que volvería aquí cuando fuera necesario esperando que no lo fuera nunca más. Cuando empezó el curso hace tres años, estaba más delgada, más blanca. Pero nada comparado con ahora. Entonces comenzó el acoso por parte de Lucy Meller y sus amigos, aquel año también comenzó nuestra amistad. Taylor no sonreía, pero yo sentía que era más feliz desde que éramos amigas. Los años fueron pasando y aquí estamos. Somos inseparables. Algo que no se ve a simple vista es que aunque ya no es la persona marchita que era hace tres años, no ha vuelto a ser quien era hace cuatro. Te voy a poner una metáfora algo imposible.
-Adelante.
-A ver, supongamos que tenemos una rosa roja, que inspira vida y belleza. Esa es la Taylor de hace cuatro años, de antes de conocer a Mike. Cuando Mike la dejó se marchitó y ya sabes que cuando una rosa se marchita se arruga y se pone oscura. Pues eso. Y a lo largo de los años esa rosa ya no está marchita pero es más oscura. Ahora sería una rosa negra.
-Una rosa negra preciosa -sonrió Matthew-. Llevo años mirando a Taylor por los pasillos, siempre me ha llamado mucho la atención, quizás porque no la entendía demasiado bien. Las cosas que no entiendo suelen llamar mi atención. Pero nunca olvidaré el día en que Lucy Meller y compañía la estaban insultando y le lanzaron comida y yo pasaba por allí y no fui capaz de hacer nada. Fue hace tres años. Pero el curso pasado estaban los del equipo de fútbol dándome una paliza y ella se metió por el medio y les dijo que se fueran. Yo estaba tirando en el suelo, me habían hecho muchísimo daño. Le dijeron que qué iba a hacer ella para echarles y recuerdo que les dio una patada en la entrepiera -sonrió-. Luego se acercó a mí y me ayudó a levantarme y me llevó hasta la enfermería. Fue un gesto que nunca olvidaré.
-Ese tipo de cosas son típicas en ella. Tiene empatía, a veces. Yo la conozco desde hace tres años y aún no la entiendo del todo. ¿Sabes? Tiene muchas manías, por eso tiene pocos amigos. Y es rara... Es extraña en el sentido de que a veces me inquieta hasta a mí. No sé, creo que nunca conseguiré entenderla bien.

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